30/01/2020, 16:17
Eri se apuró la jarra de agua que se había pedido mientras Roga le daba la razón. Era emocionante, era una genial idea, pero no era fácil reunir a cuatro personas en un lugar en la fecha concreta, sobre todo si esas personas vivían a varios kilómetros de distancia.
—Yo podría decirle a Aotsuki, aunque no sé realmente si podría ir. Digo, no sólo porque en estos meses puede pasar de todo, sino porque... Aparentemente ella tiene actualmente algunos problemas personales y no sé si estará de humor para algo como eso
«¿Ayame lo está pasando mal? ¿Por qué? ¿Qué le habrá pasado?» Se cuestionó en su interior bajo la creciente preocupación que comenzaba a sentir asolarla el pecho. ¿Estaría bien? Llevaba tanto tiempo fuera que no sabía qué había pasado desde la última vez que la había visto.
—Y a mi otra amiga será muy difícil localizarla, ya que ella es de Kusagakure y ahora que lo pienso no tengo ningún método para contactarla...
—Quizá simplemente debamos dejárselo a la Dama del Azar —dejó caer Eri—. Ayame sabe lo del festival, tú y yo también, faltaría tu amiga kusajin, que no sé si lo sabe... —enumeró—. Si todos nos acordamos, quizá, y solo quizá, por azares del destino, los cuatro acabemos allí.
Se recogió un mechón por detrás de la oreja.
—Yo iré —afirmó, solemne—. Aunque antes tengo que solucionar temas importantes —miró al techo, pensando en la hora que sería, quizá se hacía tarde—. ¿Y tú, Roga-san?
—Yo podría decirle a Aotsuki, aunque no sé realmente si podría ir. Digo, no sólo porque en estos meses puede pasar de todo, sino porque... Aparentemente ella tiene actualmente algunos problemas personales y no sé si estará de humor para algo como eso
«¿Ayame lo está pasando mal? ¿Por qué? ¿Qué le habrá pasado?» Se cuestionó en su interior bajo la creciente preocupación que comenzaba a sentir asolarla el pecho. ¿Estaría bien? Llevaba tanto tiempo fuera que no sabía qué había pasado desde la última vez que la había visto.
—Y a mi otra amiga será muy difícil localizarla, ya que ella es de Kusagakure y ahora que lo pienso no tengo ningún método para contactarla...
—Quizá simplemente debamos dejárselo a la Dama del Azar —dejó caer Eri—. Ayame sabe lo del festival, tú y yo también, faltaría tu amiga kusajin, que no sé si lo sabe... —enumeró—. Si todos nos acordamos, quizá, y solo quizá, por azares del destino, los cuatro acabemos allí.
Se recogió un mechón por detrás de la oreja.
—Yo iré —afirmó, solemne—. Aunque antes tengo que solucionar temas importantes —miró al techo, pensando en la hora que sería, quizá se hacía tarde—. ¿Y tú, Roga-san?