1/02/2020, 01:48
La chica tomó con algo de temor la mano del genin, pero sin embargo este hizo fuerza para que el agarre fuese limpio y justo. En parte quería que la chica se soltara un poco y no se lo tomara tan en serio.
—Cuando cuente hasta tres. Una... Dos... Dos y medio... ¡TRES!— Anunció finalmente.
Cuando ambos brazos se tensaron, la fuerza puesta fue similar. Tal y cómo podía esperarse de shinobis hechos y derechos, tenían un entrenamiento concienzudo. Ambos opusieron resistencia, pero aparentemente a Eri le estaba empezando a traicionar su braz, pues poco a poco estaba cediendo. El Yotsuki tuvo que aplicar todavía un poco más de fuerza, pues pese a su tamaño y edad ya tenía extremidades entrenadas. Con un último respiro, puso toda su fuerza para llevar la mano de Eri a la mesa.
—¡Rargh!— Pronunció cuando finalmente se escuchó el sonido del brazo de la kunoichi en la madera, sacudiendo un poco los utensilios. —Uff, pues si tienes buen brazo— Le soltó y trató de acomodar los vasos que se habían caído para que no terminaran por rodar al suelo. —Diría que incluso entrenando un par de semanas tendrías lo necesario para levantar a Otome— Admitió.
»Las guadañas lastimosamente son muy caras, o sea, ¿desde cuando un utensilio de agricultura vale cuatro mil ryōs? Como sea. ¿Tú hermano no puede enseñarte a usar la naginata? Creo que es lo suficientemente liviana para ti, ¡además que algún día podrías presumir de ser como las antiguas Onna-Bugeisha! Y cuando la gente se refiera a ti podría decir: "Esa es la bella Uzumaki de la Naginata Letal! ¿No te nace ser una leyenda?
El Yotsuki parecía más entusiasmado por el arma que ella misma.
—Cuando cuente hasta tres. Una... Dos... Dos y medio... ¡TRES!— Anunció finalmente.
Cuando ambos brazos se tensaron, la fuerza puesta fue similar. Tal y cómo podía esperarse de shinobis hechos y derechos, tenían un entrenamiento concienzudo. Ambos opusieron resistencia, pero aparentemente a Eri le estaba empezando a traicionar su braz, pues poco a poco estaba cediendo. El Yotsuki tuvo que aplicar todavía un poco más de fuerza, pues pese a su tamaño y edad ya tenía extremidades entrenadas. Con un último respiro, puso toda su fuerza para llevar la mano de Eri a la mesa.
—¡Rargh!— Pronunció cuando finalmente se escuchó el sonido del brazo de la kunoichi en la madera, sacudiendo un poco los utensilios. —Uff, pues si tienes buen brazo— Le soltó y trató de acomodar los vasos que se habían caído para que no terminaran por rodar al suelo. —Diría que incluso entrenando un par de semanas tendrías lo necesario para levantar a Otome— Admitió.
»Las guadañas lastimosamente son muy caras, o sea, ¿desde cuando un utensilio de agricultura vale cuatro mil ryōs? Como sea. ¿Tú hermano no puede enseñarte a usar la naginata? Creo que es lo suficientemente liviana para ti, ¡además que algún día podrías presumir de ser como las antiguas Onna-Bugeisha! Y cuando la gente se refiera a ti podría decir: "Esa es la bella Uzumaki de la Naginata Letal! ¿No te nace ser una leyenda?
El Yotsuki parecía más entusiasmado por el arma que ella misma.