1/02/2020, 21:16
—¿Que lo sabías? Man, que a simple vista se nota que es un hacha— Parpadeó varias veces. —Tampoco es como si quisiera disimularlo, y aunque quisiera estaría difícil— Añadió.
—Meh, el pie de la letra acaba donde empieza el sentido común— Contestó agitando la mano para restarle importancia. —No diría que protegido, más bien, le caí bien— Explicar como era Amekoro Yui, era bastante complicado. Ciertamente, cuando el propio Rōga esperaba una reprimenda por su excesiva confianza, obtuvo en su lugar un reconocimiento. Una de las razones que habían afianzado su temperamento engreído al tener un beneplácito de la Arashikage. Aunque claro, la mediación de su sensei Kurozuchi había alivianado las cosas. La lealtad absoluta era el valor que más se inculcaba en Amegakure, pese al rebelde temperamento del Yotsuki. —Yo sólo he visto una vez en persona a Yondaime-sama, y si tuviera que elegir un adjetivo, diría que ella misma es la Tormenta.— Él no sólo vio la encarnación de la ira en Yui, sino también vio a una madre que protege a sus hijos. Una madre estricta que está dispuesta a romperte la jeta de una patada si desobedeces, pero una madre que ama al final de cuentas. —Nah, Amegakure es mi hogar y no hay un sitio mejor para mí. Para los extranjeros quizá sea demasiado rudo, pero es como los Hijos de Amenokami somos.
Sorió, aunque luego alzó la ceja mientras le tendían la mano.
—Joder hombre, ¿te despides ya sin siquiera haberte presentado? ¡Ni nombre ni apellido has dado!— Carcajeó.
—Meh, el pie de la letra acaba donde empieza el sentido común— Contestó agitando la mano para restarle importancia. —No diría que protegido, más bien, le caí bien— Explicar como era Amekoro Yui, era bastante complicado. Ciertamente, cuando el propio Rōga esperaba una reprimenda por su excesiva confianza, obtuvo en su lugar un reconocimiento. Una de las razones que habían afianzado su temperamento engreído al tener un beneplácito de la Arashikage. Aunque claro, la mediación de su sensei Kurozuchi había alivianado las cosas. La lealtad absoluta era el valor que más se inculcaba en Amegakure, pese al rebelde temperamento del Yotsuki. —Yo sólo he visto una vez en persona a Yondaime-sama, y si tuviera que elegir un adjetivo, diría que ella misma es la Tormenta.— Él no sólo vio la encarnación de la ira en Yui, sino también vio a una madre que protege a sus hijos. Una madre estricta que está dispuesta a romperte la jeta de una patada si desobedeces, pero una madre que ama al final de cuentas. —Nah, Amegakure es mi hogar y no hay un sitio mejor para mí. Para los extranjeros quizá sea demasiado rudo, pero es como los Hijos de Amenokami somos.
Sorió, aunque luego alzó la ceja mientras le tendían la mano.
—Joder hombre, ¿te despides ya sin siquiera haberte presentado? ¡Ni nombre ni apellido has dado!— Carcajeó.