10/02/2020, 21:04
Los dos shinobi se encargaron de ir tras el can buscando cualquier pista o rastro que pudiera llevarles hasta él, pero pronto se vieron envueltos en algo que más que un simple susto y escape del perro, parecía algo más, algo con mala pinta y que a ninguno de los dos le olía bien.
—¿A ti también empieza a darte mal rollo esto?
Eri tragó saliva, compartiendo completamente sus pensamientos con lo dicho por el chico.
—Es raro —concordó, torciendo el gesto.
Siguieron hacia delante hasta encontrarse con un sitio donde las hojas caídas y marrones hacían un extraño revuelo en el suelo, como si antes no hubieran estado ahí, como si algo las hubiera movido. Ella lo observó detenidamente, y tomó el brazo de Yota para señalar el sitio.
—Mira, puede que haya estado aquí —murmuró, señalando las hojas movidas—. Puede que estemos cerca.
—¿A ti también empieza a darte mal rollo esto?
Eri tragó saliva, compartiendo completamente sus pensamientos con lo dicho por el chico.
—Es raro —concordó, torciendo el gesto.
Siguieron hacia delante hasta encontrarse con un sitio donde las hojas caídas y marrones hacían un extraño revuelo en el suelo, como si antes no hubieran estado ahí, como si algo las hubiera movido. Ella lo observó detenidamente, y tomó el brazo de Yota para señalar el sitio.
—Mira, puede que haya estado aquí —murmuró, señalando las hojas movidas—. Puede que estemos cerca.