12/02/2020, 16:06
(Última modificación: 13/02/2020, 17:06 por Taka Kisame. Editado 1 vez en total.)
Los perros la ladraron con fiereza mientras se acercaba, pero una vez que vieron sus buenas intenciones y reconocieron su jovial expresión, se le comenzaron a arremolinar junto a la valla para ser acariciados. Parecían no ser tan peligrosos después de todo, al fin y al cabo, cualquier animal bien educado es amable con los humanos, y estos parecían serlo, y mucho. Lo cierto es que el semblante de la casa era muy humilde pero había ciertos detalles en la decoración de la casa que denotaban que quizás la vida de aquel pastor no siempre fue tan sencilla.
El genin se acercó a la puerta para avisar al hombre, pero cuando estaba a la altura de su compañera, la puerta se abrió y tras ella apareció a quien buscaban, algo acelerado por haber escuchado los ladridos. Estaba claro que aquellos perros hacían también de alarga además de cuidar sus ovejas cuando él no estaba. Rápidamente se apresuró a cojer su viejo palo de pastoreo y se acercó a ellos haciendo una reverencia.
-Vaya no sabía que vendríais tan pronto... De verdad me siento muy agradecido por que estén aquí -Su rostro se ensombreció por un momento -Ya casi nadie me cree, es una suerte que vosotros si lo hagais -Añadió, para luego volver a cambiar su expresión a la que tenía inicialmente, una gran sonrisa de gratitud -Tenéis permiso para curiosear el patio trasero o lo que necesitéis, un poco más adelante, al lado del camino tengo un cercado, aún siguen allí los cadáveres de mis ovejas, quizás os interese echarles un ojo -Terminó, mirándoles alternativamente a ambos.
Realmente Kisame no acababa de creerse lo que había ocurrido, no hasta que no lo hubiese visto, así que se limitó a asentir sin decir nada y miró a Ren, esperando ver su respuesta. Era más que claro que era una chica dulce y simpática y realmente estaba mucho mejor que hablara ella, a que lo hiciera él...
El genin se acercó a la puerta para avisar al hombre, pero cuando estaba a la altura de su compañera, la puerta se abrió y tras ella apareció a quien buscaban, algo acelerado por haber escuchado los ladridos. Estaba claro que aquellos perros hacían también de alarga además de cuidar sus ovejas cuando él no estaba. Rápidamente se apresuró a cojer su viejo palo de pastoreo y se acercó a ellos haciendo una reverencia.
-Vaya no sabía que vendríais tan pronto... De verdad me siento muy agradecido por que estén aquí -Su rostro se ensombreció por un momento -Ya casi nadie me cree, es una suerte que vosotros si lo hagais -Añadió, para luego volver a cambiar su expresión a la que tenía inicialmente, una gran sonrisa de gratitud -Tenéis permiso para curiosear el patio trasero o lo que necesitéis, un poco más adelante, al lado del camino tengo un cercado, aún siguen allí los cadáveres de mis ovejas, quizás os interese echarles un ojo -Terminó, mirándoles alternativamente a ambos.
Realmente Kisame no acababa de creerse lo que había ocurrido, no hasta que no lo hubiese visto, así que se limitó a asentir sin decir nada y miró a Ren, esperando ver su respuesta. Era más que claro que era una chica dulce y simpática y realmente estaba mucho mejor que hablara ella, a que lo hiciera él...