12/02/2020, 17:42
—Segunda planta, pregunte por Hotaru —
Ni siquiera se paró a darle las gracias al recepcionista, tal cual se lo dijo salió como había llegado hacia las escaleras, a toda prisa. Las subió de dos en dos, lo cual era todo un logro con las pequeñas piernecitas que tenía y llegó hasta la planta designada. Sin embargo, al abrir la puerta y entrar en la planta en sí, se dio cuenta de donde estaba, de por qué estaba tan preocupada y de qué estaba haciendo.
Todo cayó como un océano helado sobre ella. Se quedó parada, viendo como se desarrollaba la escena ante ella. Hubiese reconocido al chico, si le hubiese mirado a él, miraba a la mujer que vestía la bata, o más bien, miraba detrás de ella, al infinito pero en su dirección. Una gota de sudor frío cayó por su nuca, la sintió bajar por su espalda sin poder moverse, no podía ni respirar. De repente era la niña que se había quedado huerfana ahí mismo.
No podía, ¿qué hacía allí? Había evitado pisar ese lugar durante los últimos años, ¿para qué había vuelto? ¿Era idiota?
—... tiene Eri contigo...
Eri-sensei. Eri-sensei estaba allí, tenía, tenía que encontrarla. Se acercó lentamente a la mujer con la bata, mentalizandose de cada paso que daba, acompasandolos con su respiracion. En cuanto llegase, la agarraría de la bata y apartaría la mirada del suelo, buscando los ojos de la doctora.
— Uzumaki... Eri... Tengo que verla.
Hana estaba mucho más palida de lo normal, sin embargo, no parecía tener mucho más que eso. Aparte de la mirada penetrante por su determinación y la respiración entrecortada de la ansiedad.
Ni siquiera se paró a darle las gracias al recepcionista, tal cual se lo dijo salió como había llegado hacia las escaleras, a toda prisa. Las subió de dos en dos, lo cual era todo un logro con las pequeñas piernecitas que tenía y llegó hasta la planta designada. Sin embargo, al abrir la puerta y entrar en la planta en sí, se dio cuenta de donde estaba, de por qué estaba tan preocupada y de qué estaba haciendo.
Todo cayó como un océano helado sobre ella. Se quedó parada, viendo como se desarrollaba la escena ante ella. Hubiese reconocido al chico, si le hubiese mirado a él, miraba a la mujer que vestía la bata, o más bien, miraba detrás de ella, al infinito pero en su dirección. Una gota de sudor frío cayó por su nuca, la sintió bajar por su espalda sin poder moverse, no podía ni respirar. De repente era la niña que se había quedado huerfana ahí mismo.
No podía, ¿qué hacía allí? Había evitado pisar ese lugar durante los últimos años, ¿para qué había vuelto? ¿Era idiota?
—... tiene Eri contigo...
Eri-sensei. Eri-sensei estaba allí, tenía, tenía que encontrarla. Se acercó lentamente a la mujer con la bata, mentalizandose de cada paso que daba, acompasandolos con su respiracion. En cuanto llegase, la agarraría de la bata y apartaría la mirada del suelo, buscando los ojos de la doctora.
— Uzumaki... Eri... Tengo que verla.
Hana estaba mucho más palida de lo normal, sin embargo, no parecía tener mucho más que eso. Aparte de la mirada penetrante por su determinación y la respiración entrecortada de la ansiedad.