14/02/2020, 10:33
Eran momentos de angustia. Ambos pasaríamos página, evidentemente, a fin de cuentas habíamos sido entrenados para ver y vivir ese tipo de cosas, pero a la vista del semblante de Eri, la muchacha estaba pasando un auténtico calvario. Es posible que fuese una de esas personas que se fustigaban sin remedio por haber fallado, aunque la verdad es que en aquel caso no llegamos a tiempo para hacer nada, cuando encontramos al animal ya estaba en las últimas.
Cuando terminé con su agonía vi como de sus ojos empezaron a brotar solitarias lágrimas. Tuve que apartar la mirada, para mí tampoco era agradable. Nunca tuve una mascota pero, desde que conocí a la Kuromiböjin que le pidió a Kumopansa que me acompañase en todo momento y estrechamos un vinculo parecido al que tenía el señor de Minori con aquel animal. Ni siquiera era capaz de imaginarme el dolor que podría causarme su pérdida, aunque buena parte de los días los pasaramos discutiendo.
La Uzumaki asintió pero no dijo ni una sola palabra, así que nos levantamos ambos y caminamos en silencio, deshaciendo el camino que habíamos recorrido desde aquel bar hasta el lugar donde Floppy agonizaba pero...
— ¡Oh, mira esto, colega! — un tipo, quizás algo mayor que nosotros, moreno y con una barba de dos días se alzaba entre carcajadas delante de nosotros, bloqueandonos el camino y señalandonos con su dedo índice — Resulta que el viejo ha contratado un par de ninjas para ayudar al perro, ¿pudisteis salvarlo? ¡Seguro que no!
De nuevo carcajadas, miré hacía atrás que era desde donde se repetían aquellas risas y entonces encontré otro tipo, más o menos de la misma edad del primero, también moreno pero lo que les diferenciaba de verdad es que uno vestía ropasnegras y y el otro blancas, como si fueran el yin y el yan.
— Mira, mira, ¡es una jōnin! Creo que ese cabrón estaba un poco desesperado
De nuevo, las risas del uno y del otro inundaron aquel trocito de bosque.
Cuando terminé con su agonía vi como de sus ojos empezaron a brotar solitarias lágrimas. Tuve que apartar la mirada, para mí tampoco era agradable. Nunca tuve una mascota pero, desde que conocí a la Kuromiböjin que le pidió a Kumopansa que me acompañase en todo momento y estrechamos un vinculo parecido al que tenía el señor de Minori con aquel animal. Ni siquiera era capaz de imaginarme el dolor que podría causarme su pérdida, aunque buena parte de los días los pasaramos discutiendo.
La Uzumaki asintió pero no dijo ni una sola palabra, así que nos levantamos ambos y caminamos en silencio, deshaciendo el camino que habíamos recorrido desde aquel bar hasta el lugar donde Floppy agonizaba pero...
— ¡Oh, mira esto, colega! — un tipo, quizás algo mayor que nosotros, moreno y con una barba de dos días se alzaba entre carcajadas delante de nosotros, bloqueandonos el camino y señalandonos con su dedo índice — Resulta que el viejo ha contratado un par de ninjas para ayudar al perro, ¿pudisteis salvarlo? ¡Seguro que no!
De nuevo carcajadas, miré hacía atrás que era desde donde se repetían aquellas risas y entonces encontré otro tipo, más o menos de la misma edad del primero, también moreno pero lo que les diferenciaba de verdad es que uno vestía ropasnegras y y el otro blancas, como si fueran el yin y el yan.
— Mira, mira, ¡es una jōnin! Creo que ese cabrón estaba un poco desesperado
De nuevo, las risas del uno y del otro inundaron aquel trocito de bosque.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa