18/02/2020, 11:50
— Así sea pues.
Claro que, los hombres que tenían apresados no se iban a estar tranquilos mientras eran transportados hasta Minori, donde se juzgaría qué harían con ellos tras cometer tal atrocidad solo por pura diversión.
Qué asco le daban.
— ¿Qué pasa si hablo, hija de puta? ¡¿Eh, qué coño pasa?!
Eri sonrió de nuevo, con esa sonrisa enigmática y un tanto macabra. Su mano libre se había levantado, dispuesta a algo que no quería, pero que se estaban ganando.
Y Yota se interpuso de nuevo, manteniendo el orden.
—Pasa qué se me están hinchando las pelotas ya, gilipollas. Y cuando se me hinchan del todo me vuelvo loco, ¿lo entiendes?
El hombre gruñó en respuesta, no muy contento con que el Sasagani le hubiera cogido del cuello y le hubiese amenazado. Eri bajó la mano, mirándolo, esperando que volviera a decir algo, «si se atrevía», pero con aquel equipo improvisado, ninguno se atrevió.
Así que volvieron a retomar su camino hacia Minori.
Claro que, los hombres que tenían apresados no se iban a estar tranquilos mientras eran transportados hasta Minori, donde se juzgaría qué harían con ellos tras cometer tal atrocidad solo por pura diversión.
Qué asco le daban.
— ¿Qué pasa si hablo, hija de puta? ¡¿Eh, qué coño pasa?!
Eri sonrió de nuevo, con esa sonrisa enigmática y un tanto macabra. Su mano libre se había levantado, dispuesta a algo que no quería, pero que se estaban ganando.
Y Yota se interpuso de nuevo, manteniendo el orden.
—Pasa qué se me están hinchando las pelotas ya, gilipollas. Y cuando se me hinchan del todo me vuelvo loco, ¿lo entiendes?
El hombre gruñó en respuesta, no muy contento con que el Sasagani le hubiera cogido del cuello y le hubiese amenazado. Eri bajó la mano, mirándolo, esperando que volviera a decir algo, «si se atrevía», pero con aquel equipo improvisado, ninguno se atrevió.
Así que volvieron a retomar su camino hacia Minori.