Cosas de chicas

[Uzumaki Eri]

Hana era sentimental, lo estaba notando con cada minuto que pasaba con ella. Lloraba cuando se suponía que una kunoichi no debía mostrar sus verdaderos sentimientos, hablaba antes de pensar e incluso se sentía inferior a los demás. Eri seguía frotándola el hombro con cariño mientras escuchaba sus palabras, sus palabras libres de llantos y tartamudeos, y un buen discurso también.

— B-bueno, la tasa de mortalidad y desapariciones en nuestro trabajo es la más alta. Entre los que acaban secuestrados para saber las técnicas ocultas de cada villa, los doujutsus y los kekkeis, bueno, es una locura.

Podía estar triste, pero la teoría se la sabía muy bien, ¿o era que temía morir de aquella manera? Es normal cuando te enfrentas a gente capaz de clavarte un kunai en el cuello, pero eso ya lo sabías cuando te metías en ese trabajo.

— Que... que yo quiero hacerme fuerte y ayudar a la villa, pero no sé cómo y tú, tú sigues viva, que ya es más de lo que podría decir yo si me hubiese enfrentado a la mitad de lo que has enfrentado tú. No te hicieron jounin por nada, paraste un puñetero bijuu y no sé, siempre he pensado que yo no era para tanto en comparación a prácticamente todo el mundo. Ni siquiera creo que nadie quisiese mis organos internos por mucho kekkei genkai que tenga.

—Dejemos lo de sacar órganos o ojos para otro día —murmuró Eri, separándose una vez Hana se hubiera encontrado mejor—. Las acciones son lo que nos hacen fuertes, por eso entrenar es importante, pero no solo lo físico —le dio un golpe suave en la cabeza—. Nuestra mente es importante también.