19/02/2020, 18:25
—Perdóname, Hana, pero esa contestación está fuera de lugar. Uzukage-sama, lo primero, no tendría que regañarme por soltar tales palabras ante él, y, segundo; si se diera el caso de que me tuviera que regañar, no me pondría a llorar y acataría lo que me esté diciendo, ¿vale?
Tal vez no había elegido las palabras perfectas para expresarse, pero decirle que necesita ser menos sentimental cuando le había soltado un discurso atronador solo porque le había dicho que la mayoría de Jounin ven a los Genin como bebes, pues no le parecía justo. ¡Ella misma había tenido ese arranque hace un minuto y ahora le decía que era una fuente de calma!
Pero claro, tener un arranque con una Genin no era comparable a que ella lo tuviese con una Jounin. Hana pensaba que el respeto debía ser igualitario y no en piramide, sin embargo, los rangos no lo eran. Esperaba poder tener confianza con su sensei, pero igual no lo conseguiría hasta ser ella misma una Jounin.
— Vale, Eri-sensei. — contestó seria.
—¿Tú dejarías de serlo?
— No, pero... — se mordió la lengua, estaba cansada de hablar de más. — Pero nada. Lo siento, Eri-sensei.
Sintió la decepción en su sensei como lo sentía en su tutor. No sabía que esperaban de ella, ¿obediencia absoluta? Ni cuando les hacía caso parecían menos decepcionados. ¿Qué podía hacer ella?
Tal vez no había elegido las palabras perfectas para expresarse, pero decirle que necesita ser menos sentimental cuando le había soltado un discurso atronador solo porque le había dicho que la mayoría de Jounin ven a los Genin como bebes, pues no le parecía justo. ¡Ella misma había tenido ese arranque hace un minuto y ahora le decía que era una fuente de calma!
Pero claro, tener un arranque con una Genin no era comparable a que ella lo tuviese con una Jounin. Hana pensaba que el respeto debía ser igualitario y no en piramide, sin embargo, los rangos no lo eran. Esperaba poder tener confianza con su sensei, pero igual no lo conseguiría hasta ser ella misma una Jounin.
— Vale, Eri-sensei. — contestó seria.
—¿Tú dejarías de serlo?
— No, pero... — se mordió la lengua, estaba cansada de hablar de más. — Pero nada. Lo siento, Eri-sensei.
Sintió la decepción en su sensei como lo sentía en su tutor. No sabía que esperaban de ella, ¿obediencia absoluta? Ni cuando les hacía caso parecían menos decepcionados. ¿Qué podía hacer ella?