9/03/2020, 18:52
Hacía ya un largo año. Un año desde que se había mentalizado en salir a correr todos los días, desde que sus pies besaban la arena con la primera luz del sol. Había cumplido con aquella rutina intensa mucho más de lo que nadie —incluso él mismo— hubiese imaginado. Hasta tal punto que, en ciertos meses, hasta había llegado a arrastrar troncos por la arena.
Tras su combate contra Hanabi y derrotar a Bakudan, la motivación había ido a menos. A veces, dormía hasta media mañana y luego decidía estudiar fūinjutsu, o practicar Raiton. A veces, simplemente se pillaba el día libre. Otras tantas, en cambio, cumplía. Como en aquella ocasión.
Su cuerpo, no obstante, ya no soportaba el peso de antaño. Sus músculos habían ido a menos, y pese a que seguía estando en mejor tono físico de lo que hubiese soñado años atrás, a veces seguía lamentándose. Como también en aquella ocasión.
—Cago en mi puta vida. Ni veinte metros lo arrastraste, joder. Ni veinte metros.
El Uchiha, vestido únicamente con un pantalón corto, caminaba de vuelta a casa. Se había dado un chapuzón en el mar, y volvía empapado de arriba abajo. Respiraba entrecortadamente, y sentía los músculos de las piernas arder. Oh, sí, aquel día había sido un entreno intenso. Había dado hasta la última gota de su energía, pues siempre que iba a parar, se preguntaba: si la vida de mi madre dependiese de que diese un paso más o no, ¿acaso pararía aquí?
Era una vieja táctica. Y por algo había llegado a vieja: porque estaba más que comprobado que funcionaba.
«Uff… ¡Qué rico va a saber ese batidito ahora!» Se le hacía la boca agua solo de pensarlo. Datsuse, a su lado, salió disparado como una saeta. Se veía que el pobre también estaba hambriento. Y seguramente sediento también.
—Tranquilo, Datsuse, ¡tranquilo! —exclamó, risueño.
Pero no era el hambre quien movía al perro, sino la persona que aguardaba tras el portal de su vivienda. Una persona de cabello rojo y ojos tan azules como el cielo de primavera.
—¿Eri? Dioses, ¡cuánto tiempo! —exclamó, nada más reconocerla.
¿Cuánto hacía que no se veían? Si echase mano de su diario, seguramente podría calcular los días exactos. Pero, si su memoria no le fallaba… ¿Quizá en verano, cuando se había despedido de ella y Nabi antes de adentrarse en el desierto y liberar a Shukaku?
Esos eran muchos meses. Demasiados.
Tras su combate contra Hanabi y derrotar a Bakudan, la motivación había ido a menos. A veces, dormía hasta media mañana y luego decidía estudiar fūinjutsu, o practicar Raiton. A veces, simplemente se pillaba el día libre. Otras tantas, en cambio, cumplía. Como en aquella ocasión.
Su cuerpo, no obstante, ya no soportaba el peso de antaño. Sus músculos habían ido a menos, y pese a que seguía estando en mejor tono físico de lo que hubiese soñado años atrás, a veces seguía lamentándose. Como también en aquella ocasión.
—Cago en mi puta vida. Ni veinte metros lo arrastraste, joder. Ni veinte metros.
El Uchiha, vestido únicamente con un pantalón corto, caminaba de vuelta a casa. Se había dado un chapuzón en el mar, y volvía empapado de arriba abajo. Respiraba entrecortadamente, y sentía los músculos de las piernas arder. Oh, sí, aquel día había sido un entreno intenso. Había dado hasta la última gota de su energía, pues siempre que iba a parar, se preguntaba: si la vida de mi madre dependiese de que diese un paso más o no, ¿acaso pararía aquí?
Era una vieja táctica. Y por algo había llegado a vieja: porque estaba más que comprobado que funcionaba.
«Uff… ¡Qué rico va a saber ese batidito ahora!» Se le hacía la boca agua solo de pensarlo. Datsuse, a su lado, salió disparado como una saeta. Se veía que el pobre también estaba hambriento. Y seguramente sediento también.
—Tranquilo, Datsuse, ¡tranquilo! —exclamó, risueño.
Pero no era el hambre quien movía al perro, sino la persona que aguardaba tras el portal de su vivienda. Una persona de cabello rojo y ojos tan azules como el cielo de primavera.
—¿Eri? Dioses, ¡cuánto tiempo! —exclamó, nada más reconocerla.
¿Cuánto hacía que no se veían? Si echase mano de su diario, seguramente podría calcular los días exactos. Pero, si su memoria no le fallaba… ¿Quizá en verano, cuando se había despedido de ella y Nabi antes de adentrarse en el desierto y liberar a Shukaku?
Esos eran muchos meses. Demasiados.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado