21/03/2020, 07:06
El corazón de Ranko había aumentado a un sobrenatural ritmo de cinco cuartos desde que se había confirmado que participaría en el Torneo de los Dojos. Su padre la felicitó, su madre la alentó, y su hermana se emocionó con ella. Para Ranko sería una oportunidad de demostrarse a sí misma lo fuerte que era. Sin embargo, Kuumi veía en el Torneo una chispa de genialidad.
—Si tú heredaste las piernas de madre, yo heredaré las mañas de padre. Y sus telas.
—¿Eh? ¿A qué te refieres, Kuu-chan?
—¡Oh! ¡Ya lo verás! ¡Estarás al frente no sólo por Kusagakure no Sato, sino también por el Clan Sagisō! ¡Y por ti misma! ¡El Conejo Blanco de Kusagakure!
Ranko se extrañó.
—¿¿Aah?? ¿A qué te refie…?
—¡A esto! Promete que lo usarás, ¿Sí?
Kuumi le había entregado un paquete grande, una caja envuelta en tela blanca y firmemente atada con cordel verde. Luego la despidió a la puerta de la aldea.
—Ábrelo allá, léelo y considéralo, ¿Está bien, Ran-chan? ¡Buen viaje!
Y todo el trayecto a pie, Ranko no lograba quitarse a su hermana de la cabeza. La vería a ver justo antes de que comenzaran los combates, según tenía entendido, pero hasta entonces estaría incomunicada con su familia. Le alegraba, por ello, que su maestra Sora y sus compañeros Yota (y Kumopansa) y Daigo fueran con ella.
—A-ah… A-así es. Mi primer torneo. S-sí, estoy… estoy nerviosa —respondió a su maestra pelirrosa. Había sido un viaje intenso, y se le hacía raro que Sora prefiriese no tomar el tren. La de la trenza, sin embargo, lo consideró como parte de su entrenamiento. Sí, sería como un calentamiento muy largo ¿no? —. ¿Diferente? ¿P-por qué sientes eso, Yota-san?
”Me pregunto si… Si en algún momento me enfrentaré a ellos. No creo poder luchar contra Yota-san y vencer. Contra Daigo-san… tal vez. ¡Será emocionante de cualquier forma!”
—Si tú heredaste las piernas de madre, yo heredaré las mañas de padre. Y sus telas.
—¿Eh? ¿A qué te refieres, Kuu-chan?
—¡Oh! ¡Ya lo verás! ¡Estarás al frente no sólo por Kusagakure no Sato, sino también por el Clan Sagisō! ¡Y por ti misma! ¡El Conejo Blanco de Kusagakure!
Ranko se extrañó.
—¿¿Aah?? ¿A qué te refie…?
—¡A esto! Promete que lo usarás, ¿Sí?
Kuumi le había entregado un paquete grande, una caja envuelta en tela blanca y firmemente atada con cordel verde. Luego la despidió a la puerta de la aldea.
—Ábrelo allá, léelo y considéralo, ¿Está bien, Ran-chan? ¡Buen viaje!
Y todo el trayecto a pie, Ranko no lograba quitarse a su hermana de la cabeza. La vería a ver justo antes de que comenzaran los combates, según tenía entendido, pero hasta entonces estaría incomunicada con su familia. Le alegraba, por ello, que su maestra Sora y sus compañeros Yota (y Kumopansa) y Daigo fueran con ella.
—A-ah… A-así es. Mi primer torneo. S-sí, estoy… estoy nerviosa —respondió a su maestra pelirrosa. Había sido un viaje intenso, y se le hacía raro que Sora prefiriese no tomar el tren. La de la trenza, sin embargo, lo consideró como parte de su entrenamiento. Sí, sería como un calentamiento muy largo ¿no? —. ¿Diferente? ¿P-por qué sientes eso, Yota-san?
”Me pregunto si… Si en algún momento me enfrentaré a ellos. No creo poder luchar contra Yota-san y vencer. Contra Daigo-san… tal vez. ¡Será emocionante de cualquier forma!”
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