22/03/2020, 16:59
—Tengo sueño y creo que las dos deberíamos descansar
"Pues claro que te da largas, Hana, idiota. ¡¿Como se te ocurre preguntarle por sus técnicas secretas?!" pensó la genin ante la respuesta de su sensei. No podía ir preguntando esas cosas, de curiosa, la mayor parte del tiempo, parecía tonta.
— Nos queda poco de viaje, así que, si quieres, la noche de vuelta volvemos a vernos en mi habitación y te hablo de mis técnicas, ¿te parece?
La rubia recuperó la sonrisa de forma inmediata.
— Claro, por supuesto, Eri-sensei. Ahí estaré, a primera hora, a primera hora de la noche, claro, jeje. — se río nerviosamente para volver a cerrar la boca, algo que debía empezar a poner en práctica.
Ambas se fueron a dormir, aunque Hana se pasó un par de horas dando vueltas en la cama, nerviosa y, ahora además, intrigada por lo que le iba a confesar su sensei. Por suerte, el día siguiente tenía tanto sueño que pasó casi toda la mañana sin siquiera acordarse de lo que había planeado para esa noche.
Una vez en Nantonoya, la comisión se disolvió tan rápido como se había creado, yendo cada uno a su rollo, Eri ya sabía donde iban a dormir, así que Hana la siguió como había hecho todo el viaje. La pelirroja le recordó lo de esa noche justo cuando la rubia abría la puerta a su habitación, pensando únicamente en dormir y en dejar sus cosas, sin embargo, el recordatorio le quitó todo el sueño de golpe.
Como había prometido el día anterior, a primera hora de la noche, en cuanto el Sol hubo desaparecido del horizonte, Hana se plantó ante la puerta de Eri, sin cenar ni nada. ¿Qué clase de magia iría a obrar su sensei? Seguramente algo que solo los locos y los niños podían imaginar. Se debatió un par de minutos si era demasiado pronto, seguramente Eri ni hubiese cenado, hacía apenas unas horas que habían llegado.
Al igual que el día del festival, decidió golpear la puerta antes de mentalizarse, así ya no había vuelta atrás.
— ¿Eri-sensei?
"Pues claro que te da largas, Hana, idiota. ¡¿Como se te ocurre preguntarle por sus técnicas secretas?!" pensó la genin ante la respuesta de su sensei. No podía ir preguntando esas cosas, de curiosa, la mayor parte del tiempo, parecía tonta.
— Nos queda poco de viaje, así que, si quieres, la noche de vuelta volvemos a vernos en mi habitación y te hablo de mis técnicas, ¿te parece?
La rubia recuperó la sonrisa de forma inmediata.
— Claro, por supuesto, Eri-sensei. Ahí estaré, a primera hora, a primera hora de la noche, claro, jeje. — se río nerviosamente para volver a cerrar la boca, algo que debía empezar a poner en práctica.
Ambas se fueron a dormir, aunque Hana se pasó un par de horas dando vueltas en la cama, nerviosa y, ahora además, intrigada por lo que le iba a confesar su sensei. Por suerte, el día siguiente tenía tanto sueño que pasó casi toda la mañana sin siquiera acordarse de lo que había planeado para esa noche.
Una vez en Nantonoya, la comisión se disolvió tan rápido como se había creado, yendo cada uno a su rollo, Eri ya sabía donde iban a dormir, así que Hana la siguió como había hecho todo el viaje. La pelirroja le recordó lo de esa noche justo cuando la rubia abría la puerta a su habitación, pensando únicamente en dormir y en dejar sus cosas, sin embargo, el recordatorio le quitó todo el sueño de golpe.
Como había prometido el día anterior, a primera hora de la noche, en cuanto el Sol hubo desaparecido del horizonte, Hana se plantó ante la puerta de Eri, sin cenar ni nada. ¿Qué clase de magia iría a obrar su sensei? Seguramente algo que solo los locos y los niños podían imaginar. Se debatió un par de minutos si era demasiado pronto, seguramente Eri ni hubiese cenado, hacía apenas unas horas que habían llegado.
Al igual que el día del festival, decidió golpear la puerta antes de mentalizarse, así ya no había vuelta atrás.
— ¿Eri-sensei?