3/04/2020, 21:24
(Última modificación: 3/04/2020, 21:35 por Tsukiyama Daigo. Editado 1 vez en total.)
¡Bien! El clon de la izquierda había acertado, ahora solo quedaba...
BAAAAAAAAAAAM!!
«¿¡Cómo!?»
Fue rápido, mucho más rápido de lo que Daigo podía siquiera procesar.
BAAAAAAAAAAAM!!
El clon que había agarrado Daigo estalló, haciendo arder el metal en sus manos y en sus antebrazos, destrozando parte de su atuendo y llevándose consigo más que solo su piel. Y por si fuera poco...
BAAAAAAAAAAAM!!
Apenas pudo reaccionar. No. Ni siquiera pudo hacerlo. A una explosión le siguió otra que acabó de destrozar la manga derecha de su camiseta, la parte derecha de su capucha y todo el lado derecho de su cara y su pelo. Por suerte estaba el humo tapándolo y no estaban ni Koku, ni Gura, ni su familia para verlo cuando saliera de allí.
Porque saldría de allí, ¿verdad?
Claro que lo haría. Cuando se trata de Tsukiyama Daigo siempre hay que dar el golpe final, porque aunque lo hirieran y destrozaran su cuerpo, aunque el cansancio empezara a hacer a aparecer, nunca dejaba de ser tan peligroso como en el primer momento.
Una vez más, como una sombra, El Tigre salió disparado desde el humo directamente hacia donde se encontraba Datsue, en las últimas, pero incluso con más confianza en la victoria de la que tenía al empezar el combate.
Iba a ganar, iba ganar, ¡iba a ganar! ¡IBA A GANAR!
—¡NO ES SUFICIENTE!
Mientras gritaba y levantaba su brazo, quemado y ensangrentado para golpear al uchiha en el estómago, pero antes de que pudiera impactar su sombra, el clon que no había sido reventado y que se subió a la espalda del peliverde antes de que efectuara su Sunshin saltó desde la espalda del Tigre para tomar los hombros de Datsue y saltar por encima suyo para impulsarse y lanzarlo hacia adelante con una fuerza y velocidad sobrehumana.
Por la dirección, no pretendía estamparlo contra nada, pretendía...
¡Sacarlo del escenario!
El Daigo verdadero, que detuvo su puñetazo en ese momento, se apresuró a entrelazar sus brazos en una corta serie de sellos antes de soplar con la fuerza Fūjin, en un intento desesperado por impulsarlo un poco más.
—¡VAMOS, FŪTON: DAITOPPA!
Su visión estaba nublada y no sabía siquiera a qué distancia se encontraba del borde o si hacía falta que lo impulsara con su Fūton, pero aún así, delante suyo solo veía la victoria.
BAAAAAAAAAAAM!!
«¿¡Cómo!?»
Fue rápido, mucho más rápido de lo que Daigo podía siquiera procesar.
BAAAAAAAAAAAM!!
El clon que había agarrado Daigo estalló, haciendo arder el metal en sus manos y en sus antebrazos, destrozando parte de su atuendo y llevándose consigo más que solo su piel. Y por si fuera poco...
BAAAAAAAAAAAM!!
Apenas pudo reaccionar. No. Ni siquiera pudo hacerlo. A una explosión le siguió otra que acabó de destrozar la manga derecha de su camiseta, la parte derecha de su capucha y todo el lado derecho de su cara y su pelo. Por suerte estaba el humo tapándolo y no estaban ni Koku, ni Gura, ni su familia para verlo cuando saliera de allí.
Porque saldría de allí, ¿verdad?
Claro que lo haría. Cuando se trata de Tsukiyama Daigo siempre hay que dar el golpe final, porque aunque lo hirieran y destrozaran su cuerpo, aunque el cansancio empezara a hacer a aparecer, nunca dejaba de ser tan peligroso como en el primer momento.
Una vez más, como una sombra, El Tigre salió disparado desde el humo directamente hacia donde se encontraba Datsue, en las últimas, pero incluso con más confianza en la victoria de la que tenía al empezar el combate.
Iba a ganar, iba ganar, ¡iba a ganar! ¡IBA A GANAR!
—¡NO ES SUFICIENTE!
Mientras gritaba y levantaba su brazo, quemado y ensangrentado para golpear al uchiha en el estómago, pero antes de que pudiera impactar su sombra, el clon que no había sido reventado y que se subió a la espalda del peliverde antes de que efectuara su Sunshin saltó desde la espalda del Tigre para tomar los hombros de Datsue y saltar por encima suyo para impulsarse y lanzarlo hacia adelante con una fuerza y velocidad sobrehumana.
Por la dirección, no pretendía estamparlo contra nada, pretendía...
¡Sacarlo del escenario!
El Daigo verdadero, que detuvo su puñetazo en ese momento, se apresuró a entrelazar sus brazos en una corta serie de sellos antes de soplar con la fuerza Fūjin, en un intento desesperado por impulsarlo un poco más.
—¡VAMOS, FŪTON: DAITOPPA!
Su visión estaba nublada y no sabía siquiera a qué distancia se encontraba del borde o si hacía falta que lo impulsara con su Fūton, pero aún así, delante suyo solo veía la victoria.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Team pescado.