Dos intrépidos y una flor

[Uchiha Datsue]

Datsue suspiró, tratando de focalizar toda su frustración únicamente en su ceño fruncido, y solo en eso.

—Pff… Si es que ya se lo vi hacer a Raito-sensei cientos de veces, tía. Pero por mucho que comprenda su ejecución, sigue sin salirme.

Estaba un poco hasta los huevos, para qué engañarse. Y cuanto más se irritaba, peor le salía el siguiente intento. Y más se irritaba. Y peor le salía. Un bucle que no hacía más que perjudicarle. Hana, quizá también al principio de ese bucle, preguntó cuánto tiempo le había llevado a ellos dominar el Rasengan.

A Eri, semanas.

—Cuatro —respondió él, a continuación—. Cuatro largas, inacabables, e intensas…

»… horas.

Se encogió de hombros, como si aquello no fuese una proeza. Luego, no pudo contenerse más y estalló en una sonora carcajada. Alzó ambas manos.

—Está bien, está bien. No fueron cuatro horas —tuvo que confesar—. No sé cuánto tiempo me llevó exactamente, la verdad. Pero tampoco sería un buen baremo con el que medirte. Piensa que cuando a mí me enseñaron esta técnica, hace menos de un año, yo estaba ya en mi cénit como ninja. Con experiencia en varios elementos, con muchas técnicas desarrolladas a mi espalda. Si la hubiese intentado aprender en mis inicios, como tú, me hubiese costado muchísimo más.