13/04/2020, 21:23
La muchacha estaba concentrada en sus asuntos, aparentemente tranquila y divertida, como cualquier otra espectadora. Al menos fue así hasta que alguien tropezó con ello, vertiéndole encima una botella cuyo contenido estaba muy frio. La chica gruño mientras su rostro se congestionaba, invocando a todos los ancestros maternos de Juro con algunos de aquellos adjetivos que se supone no deben estar en la boca de señoritas tan jóvenes. El ofrecimiento de Juro fue correspondido con una oferta de unos cuantos dientes caídos para pagar la empapada. Y fue justo cuando parecía que el alboroto iba a pasar a mayores, que un hombre que hasta entonces había estado estático intervino: puso una mano sobre el hombro de la chica, y se acercó para susurrarle algunas cosas. Como si domase a la bestia, la muchacha se calmó y comenzó a retirarse con su acompañante de la arena, de suerte que incluso uno de los guardias, atraído por la gritería unilateral, les hiso el favor de acompañarles hasta salir de la plaza.
Así, Datsue podría continuar trabajando sin interferencias; aunque con la pequeña espina de que en cualquier momento alguien más podría tratar de sabotearle.
—Parece que ya ha terminado el tiempo —dijo Kazuma en cuanto una pequeña campana de hierro tiñendo dio fin a la prueba.
En esta ocasión, como si de un proyecto de clases se tratara (disposición no casual, dado el juez), cada herrero, o grupo de herreros, debía de llevar su palanquilla hasta el juez y mostrarla. Kadomura se veía insatisfecho, diríase que infeliz: como un profesor decepcionado al ver que muchos de sus estudiantes sí pudieron completar una tarea que consideraba difícil.
Uno a uno fueron pasando, mientras el sol recién terminaba de pasar por el punto más alto de su trayectoria. El juez, a todos les dedicaba unos cuantos comentarios, algun lacónico aprobatorio o una acida negativa. Para cuando llego el turno de Datsue, su rostro era pétreo y sus pensamientos impenetrables.
—Ya veo… si… humm. Bueno, joven, hay buenas y malas noticias —dijo ajustándose los lentes, con un tono soberbio de autoridad sobreestimada—: su trabajo es casi perfecto, pero esto es una competencia en donde otros (quizá inmerecidamente) lo han hecho mejor, solo un poco mejor… Su material está bien, podría fabricar una herramienta perfecta con ella —Saco una lima y rallo en varios puntos de la superficie con ella—, pero parece que ha fallado controlando la constancia de la temperatura, pues hay algunas partes que se “cocieron más que otras”… Detalle insignificante para otros, pero no para mi.
El hombre esperaría la reacción de Datsue, aunque por mera formalidad; porque ya tenía escogida las palabras que haría que escuchara.
—Si tiene algún desacuerdo con mi juicio, puede ver las palanquillas de sus compañeros —propuso, sabiendo que algunas de las otras tenían un tratamiento perfecto—. También, es posible apelar al consejo de la competición, y con mucho gusto atenderé sus cuestionamientos en persona.
»Y tenga cuidado con los trucos ninja, joven —agrego como final.
¿Hubo otros que obtuvieron mejores resultados? Probablemente; puede que la atención que utilizo para atender el asunto de la chica hubiese hecho la diferencia, quizá por eso se terminó por retirar de buenas, porque su trabajo ya estaba hecho. ¿Sus comentarios eran innecesarios y estaban llenos de prepotencia? Absolutamente, como absoluta era la confianza que tenía en qué su posición de juez le protegía.
Media hora después, con todas las palanquillas revisadas, fueron repartidos los tres primeros lugares. Esta vez no hubo premio para Datsue, solo una palanquilla que necesitaría guardar para la próxima prueba. Lo único que quedaba era que la gente se dispersara y que los participantes tomasen camino.
Así, Datsue podría continuar trabajando sin interferencias; aunque con la pequeña espina de que en cualquier momento alguien más podría tratar de sabotearle.
—Parece que ya ha terminado el tiempo —dijo Kazuma en cuanto una pequeña campana de hierro tiñendo dio fin a la prueba.
En esta ocasión, como si de un proyecto de clases se tratara (disposición no casual, dado el juez), cada herrero, o grupo de herreros, debía de llevar su palanquilla hasta el juez y mostrarla. Kadomura se veía insatisfecho, diríase que infeliz: como un profesor decepcionado al ver que muchos de sus estudiantes sí pudieron completar una tarea que consideraba difícil.
Uno a uno fueron pasando, mientras el sol recién terminaba de pasar por el punto más alto de su trayectoria. El juez, a todos les dedicaba unos cuantos comentarios, algun lacónico aprobatorio o una acida negativa. Para cuando llego el turno de Datsue, su rostro era pétreo y sus pensamientos impenetrables.
—Ya veo… si… humm. Bueno, joven, hay buenas y malas noticias —dijo ajustándose los lentes, con un tono soberbio de autoridad sobreestimada—: su trabajo es casi perfecto, pero esto es una competencia en donde otros (quizá inmerecidamente) lo han hecho mejor, solo un poco mejor… Su material está bien, podría fabricar una herramienta perfecta con ella —Saco una lima y rallo en varios puntos de la superficie con ella—, pero parece que ha fallado controlando la constancia de la temperatura, pues hay algunas partes que se “cocieron más que otras”… Detalle insignificante para otros, pero no para mi.
El hombre esperaría la reacción de Datsue, aunque por mera formalidad; porque ya tenía escogida las palabras que haría que escuchara.
—Si tiene algún desacuerdo con mi juicio, puede ver las palanquillas de sus compañeros —propuso, sabiendo que algunas de las otras tenían un tratamiento perfecto—. También, es posible apelar al consejo de la competición, y con mucho gusto atenderé sus cuestionamientos en persona.
»Y tenga cuidado con los trucos ninja, joven —agrego como final.
¿Hubo otros que obtuvieron mejores resultados? Probablemente; puede que la atención que utilizo para atender el asunto de la chica hubiese hecho la diferencia, quizá por eso se terminó por retirar de buenas, porque su trabajo ya estaba hecho. ¿Sus comentarios eran innecesarios y estaban llenos de prepotencia? Absolutamente, como absoluta era la confianza que tenía en qué su posición de juez le protegía.
Media hora después, con todas las palanquillas revisadas, fueron repartidos los tres primeros lugares. Esta vez no hubo premio para Datsue, solo una palanquilla que necesitaría guardar para la próxima prueba. Lo único que quedaba era que la gente se dispersara y que los participantes tomasen camino.
![[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]](https://i.pinimg.com/originals/aa/b6/87/aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif)