22/12/2015, 22:24
No había manera… Aquel árbol se presentaba como un objeto inamovible, al menos para las fuerzas de Kazuma. Se estaba sintiendo bastante molesto, no solo por sentir que no podía hacer nada, sino que también por el pequeño dolor de cabeza que le provoco aquel susto. Por lo menos Eri parecía encontrarse tranquila, aunque un accidente en la vía no era parte de lo que le habían prometido para el trayecto.
«Ahora… ¿Cómo hago para deshacerme de este árbol?» —Se preguntaba a sí mismo, bajo la lluvia que para entonces ya era mucho más tenue.
Mientras miraba sus manos llenas de astillas, su pasajera ya se encontraba caminando hacia él para inspeccionar la situación. El Ishimura se planteo el pedirle que esperara un poco que ya se le ocurriría una manera de mover aquel montón de madera quemada.
—¿Te ayudo? —pregunto ella entre susurros.
Antes de que el peliblanco pudiera siquiera contestar, la joven de cabellos azules se situó frente al obstáculo. De repente, impacto un puño contra el tronco. Un golpe que se veía firme y la vez suave. En un instante el árbol estallo en un montón de astillas y madera pulverizada. La forma en que quedo, de alguna manera le recordó a una flor al abrirse. También le llamaba la atención el que no pareciera un simple golpe, a sus ojos parecía que el árbol había estallado desde dentro.
—Vaya, pues, creo que me he pasado...
—¿Bromeas?… ¡Eso estuvo genial! —aseguro Kazuma, sin poder ocultar su impresión, mientras le dedicaba un gesto aprobatorio.
Los trozos restantes no eran la gran cosa, por lo que mientras dejaba que Eri volviera al carruaje, se encargo de arrastrarlos fuera del camino. Luego se aseguraría de avisarle a los de mantenimiento lo que había sucedido. Aunque quizás le costara convencerles de que la elegante señorita que paseaba en la carroza había sido quien redujo aquel grueso roble a unos cuantos mondadientes.
El Ishimura busco su chaqueta, pero se dio cuenta de que la de ojos verdes la tenía. En aquel momento estaba bien, incluso podría decir que el esfuerzo con el árbol provoco que se acalorara bastante.
—¿Lista para continuar el recorrido? —le pregunto a su pasajera una vez estuvo todo listo.
Hubo un momento en que el joven de piel morena sintió las manos húmedas. Por instinto se las froto contra su guardacamisa para secarlas, y en aquel momento sintió un ardor notable. Al mirar su blanca vestimenta, pudo ver como dejo marcada dos rojas impresiones de sus manos. Sus palmas estaban sangrando, ya que después de tanto forcejeo con el tronco, las astillas del mismo le pasaron factura. La pequeña expresión de dolor en su rostro lo confirmaba.
«Ahora… ¿Cómo hago para deshacerme de este árbol?» —Se preguntaba a sí mismo, bajo la lluvia que para entonces ya era mucho más tenue.
Mientras miraba sus manos llenas de astillas, su pasajera ya se encontraba caminando hacia él para inspeccionar la situación. El Ishimura se planteo el pedirle que esperara un poco que ya se le ocurriría una manera de mover aquel montón de madera quemada.
—¿Te ayudo? —pregunto ella entre susurros.
Antes de que el peliblanco pudiera siquiera contestar, la joven de cabellos azules se situó frente al obstáculo. De repente, impacto un puño contra el tronco. Un golpe que se veía firme y la vez suave. En un instante el árbol estallo en un montón de astillas y madera pulverizada. La forma en que quedo, de alguna manera le recordó a una flor al abrirse. También le llamaba la atención el que no pareciera un simple golpe, a sus ojos parecía que el árbol había estallado desde dentro.
—Vaya, pues, creo que me he pasado...
—¿Bromeas?… ¡Eso estuvo genial! —aseguro Kazuma, sin poder ocultar su impresión, mientras le dedicaba un gesto aprobatorio.
Los trozos restantes no eran la gran cosa, por lo que mientras dejaba que Eri volviera al carruaje, se encargo de arrastrarlos fuera del camino. Luego se aseguraría de avisarle a los de mantenimiento lo que había sucedido. Aunque quizás le costara convencerles de que la elegante señorita que paseaba en la carroza había sido quien redujo aquel grueso roble a unos cuantos mondadientes.
El Ishimura busco su chaqueta, pero se dio cuenta de que la de ojos verdes la tenía. En aquel momento estaba bien, incluso podría decir que el esfuerzo con el árbol provoco que se acalorara bastante.
—¿Lista para continuar el recorrido? —le pregunto a su pasajera una vez estuvo todo listo.
Hubo un momento en que el joven de piel morena sintió las manos húmedas. Por instinto se las froto contra su guardacamisa para secarlas, y en aquel momento sintió un ardor notable. Al mirar su blanca vestimenta, pudo ver como dejo marcada dos rojas impresiones de sus manos. Sus palmas estaban sangrando, ya que después de tanto forcejeo con el tronco, las astillas del mismo le pasaron factura. La pequeña expresión de dolor en su rostro lo confirmaba.