17/04/2020, 21:00
A pesar de que era realmente extraño para Daigo escuchar la interacción entre la pequeña y su padre, no tuvo demasiado tiempo para pensar en ello. El tiempo apremiaba y se estaban quedando sin él.
Ya fuera, Daigo tragó saliva, algo nervioso al escuchar la confirmación de su compañero: esa cosa tenía demasiadas colas, y el peliverde solo conocía dos clases de demonios que tenían más de una cola.
Primero estaban los Bijuu. No había una sola persona en Ōnindo que no conociera a las bestias con cola. Demonios que en el pasado han llegado a mascrar ciudades enteras, y más recientemente se habían llevado la vida de Moyashi Kenzou, aunque aparentemente eso estaba empezando a olvidársele al resto de Ōnindo.
Luego estaban sus primos más pequeños, los Gebijū, otra desgracia más que había ocurrido recientemente, aunque estos no habían llegado a cometer la misma cantidad de atrocidades que sus familiares más grandes. Probablemente se debía a que no habían tenido el tiempo suficiente.
Claro, hasta que Daigo vio lo que había hecho uno de ellos en aquel pueblo.
—No puede ser...
El chico temblaba un poco ante la idea de enfrentarse a uno de esos, especialmente ahora que...
—Intentemos alejarnos de la entrada al refugio, debemos alejar a ese monstruo de la niña y su padre.
—¡Sí!
No podía ponerse a pensar en eso. Tenía que actuar. Tenía actuar.
»¡Eh, tú! —Empezó a gritarle a la bestia mientras seguía a su compañero, para asegurarse de que fuera a por ellos—. ¡Por aquí!
Ya fuera, Daigo tragó saliva, algo nervioso al escuchar la confirmación de su compañero: esa cosa tenía demasiadas colas, y el peliverde solo conocía dos clases de demonios que tenían más de una cola.
Primero estaban los Bijuu. No había una sola persona en Ōnindo que no conociera a las bestias con cola. Demonios que en el pasado han llegado a mascrar ciudades enteras, y más recientemente se habían llevado la vida de Moyashi Kenzou, aunque aparentemente eso estaba empezando a olvidársele al resto de Ōnindo.
Luego estaban sus primos más pequeños, los Gebijū, otra desgracia más que había ocurrido recientemente, aunque estos no habían llegado a cometer la misma cantidad de atrocidades que sus familiares más grandes. Probablemente se debía a que no habían tenido el tiempo suficiente.
Claro, hasta que Daigo vio lo que había hecho uno de ellos en aquel pueblo.
—No puede ser...
El chico temblaba un poco ante la idea de enfrentarse a uno de esos, especialmente ahora que...
—Intentemos alejarnos de la entrada al refugio, debemos alejar a ese monstruo de la niña y su padre.
—¡Sí!
No podía ponerse a pensar en eso. Tenía que actuar. Tenía actuar.
»¡Eh, tú! —Empezó a gritarle a la bestia mientras seguía a su compañero, para asegurarse de que fuera a por ellos—. ¡Por aquí!
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Team pescado.