Manos manchadas

[Sasaki Reiji]

—Bueno, si otra persona habla con los labios cerca del sello cuando lo tienes activo también lo escucharía. Funciona igual a un teléfono, eso. Pero vaya, mientras no descuelgues dicho teléfono, yo no tendría opción a escucharte. En ningún caso.

La verdad es que era un alivio saberlo, por que claro... Imaginate que te llama en un momento muy intimo, por ejemplo, cuando estas en el baño haciendo tus necesidades. O si tu madre te esta echando una bronca, sería vergonzoso que otros lo escucharán.

—Entonces qué, ¿te lo pongo? Tienes que elegir un número que no sea el cuatro, siete o nueve. Tampoco el dos —Bueno, no habría elegido tampoco ninguno de esos numeros.—. ¿Cuántos tentáculos tenía Gyūki? —¿Muchos? La verdad es que seguro que no los había visto todos, y tampoco había probado a ver cuantos podia sacar a la vez. —. Ah, y tienes que elegir dónde quieras que te lo ponga. Ahorrémonos los chistes, ya los oí de todos los colores y formas siempre que digo esto.

—Creo que no me apetece entrar en una guerra de chistes en la que seguro que gana Shukaku. —Aunque su humor era quizás demasiado oscuro. —En cuanto al número... Olvidate de los tentáculos. ¿Sabes quien va a ser herrero número UNO? Pues me quedo con ese.

No estaba en la lista de restricciones, así que... Para mí a no ser que Datsue dijese lo contrario. Aunque esperaba que no.

—El sitio, no se... Algo discreto supongo. ¿Que tal en el brazo izquierdo debajo de la bandana?