23/12/2015, 18:39
La rubia seguía insistiendo en que debían de marcharse de allí inmediatamente, pero Mitsuki no se atrevía a dejar a aquel hombre solo sin saber si se encontraba bien. No parecía un peligro, aunque su comportamiento era bastante extraño, eso tenía que reconocerlo la peliblanca. Sobre todo, tras aquella repentina recuperación que dejo perpleja a ambas shinobi, de hecho la que más nerviosa parecía tras aquello era la de Taki que casi no daba crédito a lo sucedido.
Tras escuchar la voz temblorosa de su compañera, la Hyuga volteo la cabeza para enforcarla. La chica que otrora pareciese tan segura de sí misma ahora estaba hecha un manojo de nervios y aquello puso en la misma situación a la de Kusabi, y no por que la situación fuese un peligro. Si no por qué aquella forma de manejar el cabello pondría nerviosa a cualquiera, casi parecía que iba a arrancarselo aunque lo que termino sucediendo fue bastante menos espectacular aunque si igual de difícil. La rubia se había enredado el brazo en la melena y no lograba separarlo.
Mitsuki ahora no sabía quién necesitaba más ayuda, si el tipo ensangrentado o la kunoichi. La situación era un tanto estresante, por suerte el tipo comenzó a divagar para sí mismo.
—¿Necesitas ayuda?— se ofreció la Hyuga mientras se aproximaba un poco a su compañera que seguía lidiando una batalla que parecía no poder vencer —Eso parece un poco doloroso...— y algo cómico estuvo apunto de añadir, pero no estaba bien reírse de las desgracias ajenas aunque fuesen un tanto absurdas.
Sin embargo algo le hizo volver a darse la vuelta, y no fue nada más y nada menos que la mano del miope que reclamaba su atención
—¡Es verdad, mi Kagome!— le gritó casi en el oído —¡Necesito vuestra ayuda nobles kuonichis!— el tipo se dejo caer de rodillas agarrando la chaqueta de la Hyuga con cara suplicante —¡Tenemos que rescatar a mi bella KAGOME!—
—Vale, vale, no hace falta que grites de esa manera— accedió la peliblanca mientras trataba de liberar su chaqueta de los tirones de aquel tipo tan peculiar —pero vamos por orden, antes habría que ayudar a Noemi...—
—¡SERÁ UN HONOR!— Oda se levantó de un salto, apartó a la peliblanca con un gesto de su mano izquierda a la vez que desenfundaba su katana —¡POR FAVOR, ESTESE QUIETA!— solicitó al a rubia algo exaltada mientras cargaba la espada y apuntaba hacia la melena de la rubia —¡LA LIBERARÉ DE UN SOLO GOLPE!— y sin más, lanzó un golpe limpio en dirección a la melena mientras Mitsuki tan sólo podía mirar con la boca abiertade incredulidad ante aquella situación tan surrealista
Tras escuchar la voz temblorosa de su compañera, la Hyuga volteo la cabeza para enforcarla. La chica que otrora pareciese tan segura de sí misma ahora estaba hecha un manojo de nervios y aquello puso en la misma situación a la de Kusabi, y no por que la situación fuese un peligro. Si no por qué aquella forma de manejar el cabello pondría nerviosa a cualquiera, casi parecía que iba a arrancarselo aunque lo que termino sucediendo fue bastante menos espectacular aunque si igual de difícil. La rubia se había enredado el brazo en la melena y no lograba separarlo.
Mitsuki ahora no sabía quién necesitaba más ayuda, si el tipo ensangrentado o la kunoichi. La situación era un tanto estresante, por suerte el tipo comenzó a divagar para sí mismo.
—¿Necesitas ayuda?— se ofreció la Hyuga mientras se aproximaba un poco a su compañera que seguía lidiando una batalla que parecía no poder vencer —Eso parece un poco doloroso...— y algo cómico estuvo apunto de añadir, pero no estaba bien reírse de las desgracias ajenas aunque fuesen un tanto absurdas.
Sin embargo algo le hizo volver a darse la vuelta, y no fue nada más y nada menos que la mano del miope que reclamaba su atención
—¡Es verdad, mi Kagome!— le gritó casi en el oído —¡Necesito vuestra ayuda nobles kuonichis!— el tipo se dejo caer de rodillas agarrando la chaqueta de la Hyuga con cara suplicante —¡Tenemos que rescatar a mi bella KAGOME!—
—Vale, vale, no hace falta que grites de esa manera— accedió la peliblanca mientras trataba de liberar su chaqueta de los tirones de aquel tipo tan peculiar —pero vamos por orden, antes habría que ayudar a Noemi...—
—¡SERÁ UN HONOR!— Oda se levantó de un salto, apartó a la peliblanca con un gesto de su mano izquierda a la vez que desenfundaba su katana —¡POR FAVOR, ESTESE QUIETA!— solicitó al a rubia algo exaltada mientras cargaba la espada y apuntaba hacia la melena de la rubia —¡LA LIBERARÉ DE UN SOLO GOLPE!— y sin más, lanzó un golpe limpio en dirección a la melena mientras Mitsuki tan sólo podía mirar con la boca abiertade incredulidad ante aquella situación tan surrealista