26/12/2015, 04:44
Aquel era un día bastante normal en Takigakure, un poco más frío a lo habitual pero nada que alterase el orden natural de las cosas. Los animales deambulaban por el bosque como todos los días, las personas iban y venían por las calles ya sea para trabajar como para asistir a clases o mismo, por el simple deseo de perder el tiempo o de disfrutar del paisaje. Cualquiera sea el caso, la aldea seguía tan viva como de costumbre y el día de Sakamoto Noemi constaba de simplemente deambular de un lado a otro para practicar en teoría su puntería.
Siendo que era un día bastante frío, la kunoichi salió abrigada de su cálido hogar en busca de algún buen lugar, las raíces del árbol sagrado eran una opción bastante aceptable pero la idea de estar rodeada de tantos otros shinobis además de los "renacuajos" de la academia como ella los llamaba, no la atraía en lo más mínimo. ~ Otro lugar… ~ Pensaba la joven mientras deambulaba cuando se percató de que se había pasado casi todo el bendito día en casa dormitando.
El sol apenas si era visible y la luz natural cada vez más escasa pero nada que complicase una práctica en el bosque de los alrededores. Si, en lugar de permanecer en el centro de la aldea a sabiendas que no habría mucho movimiento por las horas la chica se fue hasta el bosque solo para lanzar un par de veces sus shurikens y senbons contra algún que otro árbol. Impactos perfectos a donde sea que ponía el ojo, tan sencillo como eso. - Lo que es ser una prodigio. - Comentó para si misma mientras procedía a contar sus armas para asegurarse de no haber perdido ninguna, no por no poder costearse alguna nueva, era para evitar tener que dar explicaciones adicionales a su padre que seguramente le daría un par de golpes.
Teniendo todas sus armas de vuelta, la rubia se sentó a los pies de un árbol para luego extraer de su portaobjetos un cepillo que parecía nuevo. Acto seguido, comenzó a cepillar su extensa cabellera con sumo cuidado por si se enredaba pero aquello parecía imposible por la facilidad con la que las cerdas se deslizaban entre aquellos hilos dorados. - Tendría que ir pensando el pedirme una misión. - Dijo nuevamente para ella misma suponiendo que estaba sola.
Siendo que era un día bastante frío, la kunoichi salió abrigada de su cálido hogar en busca de algún buen lugar, las raíces del árbol sagrado eran una opción bastante aceptable pero la idea de estar rodeada de tantos otros shinobis además de los "renacuajos" de la academia como ella los llamaba, no la atraía en lo más mínimo. ~ Otro lugar… ~ Pensaba la joven mientras deambulaba cuando se percató de que se había pasado casi todo el bendito día en casa dormitando.
El sol apenas si era visible y la luz natural cada vez más escasa pero nada que complicase una práctica en el bosque de los alrededores. Si, en lugar de permanecer en el centro de la aldea a sabiendas que no habría mucho movimiento por las horas la chica se fue hasta el bosque solo para lanzar un par de veces sus shurikens y senbons contra algún que otro árbol. Impactos perfectos a donde sea que ponía el ojo, tan sencillo como eso. - Lo que es ser una prodigio. - Comentó para si misma mientras procedía a contar sus armas para asegurarse de no haber perdido ninguna, no por no poder costearse alguna nueva, era para evitar tener que dar explicaciones adicionales a su padre que seguramente le daría un par de golpes.
Teniendo todas sus armas de vuelta, la rubia se sentó a los pies de un árbol para luego extraer de su portaobjetos un cepillo que parecía nuevo. Acto seguido, comenzó a cepillar su extensa cabellera con sumo cuidado por si se enredaba pero aquello parecía imposible por la facilidad con la que las cerdas se deslizaban entre aquellos hilos dorados. - Tendría que ir pensando el pedirme una misión. - Dijo nuevamente para ella misma suponiendo que estaba sola.