Nuevas heridas, nuevos conocidos

[Uzumaki Eri]

El chico afirmó que lo probaría, colocándose de nuevo mientras recuperaba su tono de piel habitual. Eri aguardó en su sitio, impaciente por ver si lograría dar resultado su consejo. Respiró y se despejó, parecía concentrarse en su tarea, en su objetivo, hasta que, sin esperar más, hizo una serie de sellos que ambos conocían bien hasta que una nube de humo lo cubrió.

Pero no había un cambio muy significativo... Al menos, no a simple vista.

—¡M-mira, mira! ¡Esta vez he conseguido cambiar algo más! —la Uzumaki se acercó y contempló como eran de ciertas sus palabras: todo su brazo había cambiado de color, haciendo que el chico se alegrara y, por consecuencia, ella también dejara mostrar una sonrisa alegre al genin —Tengo que mejorar más mi ninjutsu... ¡Pero un avance es un avance! Mil gracias Eri-san. —el chico le dedicó una reverencia y ella solo atinó a sonrojarse levemente —Creo que ya entiendo por donde dirigir el entrenamiento de esto.

—¡Eso es maravilloso, Takumi! —exclamó, tomándole por las manos movida por la alegría—. Seguro que en poco lo vas dominando, ¡ya verás! —afirmó con la cabeza—. ¡Yo confío en ti!

Le dio un suave apretón en las manos antes de alejarse de él, levantando el pulgar.

—Yo también voy a entrenar, hoy me tocan técnicas defensivas —apretó las manos, frunciendo el ceño con determinación—. ¡Vamos a ello!

Se colocó un poco alejada del kazejin mientras hacía una secuencia de sellos «Rata, tigre, buey, caballo...» Rápidamente, de su espalda salieron numerosas cadenas que la envolvieron, pero seguían sin ser suficientes, pues no la envolvían de forma completa.

—Cachis... —musitó, deshaciéndolas.