27/12/2015, 21:28
—Si... tienes razón Juro, pero ahora mismo no se quienes son. Ya los llevaré por el mismo camino mas tarde... sus familiares se reunirán con ellos en cuanto me sea posible.
Juro estuvo a punto de perder al equilibrio al escuchar esas crueles palabras. Desde luego, ese Blame no era el mismo que, rato antes, había compartido mesa con él. Recordó con amargura las palabras que había dicho, acerca de matar a la camarera por su tardanza.
"Las va a cumplir... " - pensó, desesperado.
Urgó en su portaobjetos, buscando su bomba de sonido. Si lograba desequilibrarlo aunque fuese un poco...
Pero no hizo falta. Repentinamente, una voz se alzó y dio por terminada la tortura a la que el albino estaba sometiendo a Juro.
—Chico, ésta mujer será encerrada como el resto de su pandilla. Llevábamos tiempo buscándola, por numerosos crímenes. Nos habéis ahorrado un buen trabajo, se trata de una criminal realmente escurridiza.— Pronunció el soldado que quedó a su lado.
Ni si quiera le importó que Blame le faltase al respeto. Estuvo a punto de desmayarse de alivio ahí mismo. La mujer fue tomada por unos guardias, que habían salido de entre la gente, y con ello, dio por terminado el problema. Todos podrían respirar tranquilos, incluso los que no habían hecho nada por intentar salvarla.
En ese momento, lo inteligente habría sido marcharse, claro. Marcharse y alejarse del loco y del viajero. Sin embargo, Juro no escuchó a la razón, por una vez. Quiza tenía que ver con que los guardias acababan de pasar, y ya no sentía ese miedo por morir sin ninguna razón. Lo importante fue que se acercó a él en cuanto pudo, incluso antes de que intentara marcharse.
- ¿A que ha venido lo de antes? - saltó, sin poder evitarlo. Le había hecho creer a esa mujer que él la quería muerta, le había hecho elegir, y había dicho cosas horribles. Si, se sentía incluso dolido, aunque en el fondo sabía que no tenía razones.
Sin darse cuenta, al otro lado de Blame estaba llegando el viajero, que también parecía tener unas palabras para Blame, de agradecimiento. Juro ni se molestó en escucharlas, ya que no iban dirigidas a él. Solo esperó una explicación razonable al comportamiento de su compañero. Después de lo que había hecho, era lo mínimo...
Juro estuvo a punto de perder al equilibrio al escuchar esas crueles palabras. Desde luego, ese Blame no era el mismo que, rato antes, había compartido mesa con él. Recordó con amargura las palabras que había dicho, acerca de matar a la camarera por su tardanza.
"Las va a cumplir... " - pensó, desesperado.
Urgó en su portaobjetos, buscando su bomba de sonido. Si lograba desequilibrarlo aunque fuese un poco...
Pero no hizo falta. Repentinamente, una voz se alzó y dio por terminada la tortura a la que el albino estaba sometiendo a Juro.
—Chico, ésta mujer será encerrada como el resto de su pandilla. Llevábamos tiempo buscándola, por numerosos crímenes. Nos habéis ahorrado un buen trabajo, se trata de una criminal realmente escurridiza.— Pronunció el soldado que quedó a su lado.
Ni si quiera le importó que Blame le faltase al respeto. Estuvo a punto de desmayarse de alivio ahí mismo. La mujer fue tomada por unos guardias, que habían salido de entre la gente, y con ello, dio por terminado el problema. Todos podrían respirar tranquilos, incluso los que no habían hecho nada por intentar salvarla.
En ese momento, lo inteligente habría sido marcharse, claro. Marcharse y alejarse del loco y del viajero. Sin embargo, Juro no escuchó a la razón, por una vez. Quiza tenía que ver con que los guardias acababan de pasar, y ya no sentía ese miedo por morir sin ninguna razón. Lo importante fue que se acercó a él en cuanto pudo, incluso antes de que intentara marcharse.
- ¿A que ha venido lo de antes? - saltó, sin poder evitarlo. Le había hecho creer a esa mujer que él la quería muerta, le había hecho elegir, y había dicho cosas horribles. Si, se sentía incluso dolido, aunque en el fondo sabía que no tenía razones.
Sin darse cuenta, al otro lado de Blame estaba llegando el viajero, que también parecía tener unas palabras para Blame, de agradecimiento. Juro ni se molestó en escucharlas, ya que no iban dirigidas a él. Solo esperó una explicación razonable al comportamiento de su compañero. Después de lo que había hecho, era lo mínimo...