14/05/2020, 01:22
Hace apenas unos días se había celebrado la Primera Ronda del Torneo de los Dojos, Yota había estado en primera linea para el torneo. Hace unos días, el entonces shinobi de Kusagakure había estado en la sala de espera, esperando, valga la redundancia, a que empezase su combate. Ahora estaba de vuelta en su villa, antes que ningún compañero, antes incluso que la mismísima Morikage. Por orden expresa de la misma, se había visto a coger el primer tren a Kusagakure, despojado de su bandana y con un pesado deshonor a su espalda.
Sin embargo, no todo estaba perdido. La Morikage estaba lejos de querer perder el talento que habitaba en sus ninjas. Uno de los chunnin que iba con él en el tren le informó de las ordenes que había dado Kintsugi-sama con respecto a su reincorporación al ejercito. Cuando llegase a la villa, sería un civil más, y permanecería así hasta que acabase el torneo y todo volviese a la normalidad. En ese instante, la Morikage evaluaría si devolverle o no la bandana y su puesto dentro de la villa como shinobi de Kusagakure.
Yota debería empezar de nuevo. Cada día, a primera hora de la mañana, se presentaría ante los encargados del Edificio de la Morikage y solicitaría su misión. Obviamente, no iba ser ninguna misión grandilocuente sobre cazar exiliados o derrotar a nadie. Serían misiones D, encargos cotidianos dentro de la villa o en sus cercanías. Esto sería una obligación hasta el día en que el torneo finalizase. Si sus resultados eran adecuados, podría contemplarse la posibilidad de devolverle su estatus. Si no se presentaba a su único deber o habían quejas recurrentes por parte de sus clientes, acabaría en la cárcel y su sentencia sería dura.
Y así, amanecía el tercer día en la redención del senjutsero, tras haber tenido que limpiar unos dojos de cabo a rabo el primer día y pasear un total de cinco perros el segundo. ¿Qué le depararía el destino aquel tercer día?
Sin embargo, no todo estaba perdido. La Morikage estaba lejos de querer perder el talento que habitaba en sus ninjas. Uno de los chunnin que iba con él en el tren le informó de las ordenes que había dado Kintsugi-sama con respecto a su reincorporación al ejercito. Cuando llegase a la villa, sería un civil más, y permanecería así hasta que acabase el torneo y todo volviese a la normalidad. En ese instante, la Morikage evaluaría si devolverle o no la bandana y su puesto dentro de la villa como shinobi de Kusagakure.
Yota debería empezar de nuevo. Cada día, a primera hora de la mañana, se presentaría ante los encargados del Edificio de la Morikage y solicitaría su misión. Obviamente, no iba ser ninguna misión grandilocuente sobre cazar exiliados o derrotar a nadie. Serían misiones D, encargos cotidianos dentro de la villa o en sus cercanías. Esto sería una obligación hasta el día en que el torneo finalizase. Si sus resultados eran adecuados, podría contemplarse la posibilidad de devolverle su estatus. Si no se presentaba a su único deber o habían quejas recurrentes por parte de sus clientes, acabaría en la cárcel y su sentencia sería dura.
Y así, amanecía el tercer día en la redención del senjutsero, tras haber tenido que limpiar unos dojos de cabo a rabo el primer día y pasear un total de cinco perros el segundo. ¿Qué le depararía el destino aquel tercer día?
![[Imagen: MsR3sea.png]](https://i.imgur.com/MsR3sea.png)
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