18/06/2020, 10:59
— Puedo entender tu visión, Yota-san. Sin duda era una estrategia que te aseguraría la victoria. Pero, ¿valía la pena esa victoria? Vencer a un compañero, a alguien a quien deberás confiarle tu vida llegado el momento, usando la imagen de Kenzou.
El hombre no cesaba en sus intentos por aleccionarme. Esta vez lo que había conseguido era confundirme pues, aquellos torneos estaban para que la aldea luciese palmito y ninjas y no mostrar un gran compañerismo. Lo que se buscaba era caer en gracia y buscar la gracia de los señores feudales y para ello había que impresionar ganando combates.
— No me malinterpretes. Yo también he sido joven, he sido ambicioso, he sido descuidado en mi búsqueda de fama, riqueza y de todo lo que quería. Juventud, divino tesoro. Tan impredecible como poderosa. En fin, no quiero comerte demasiado la cabeza. Lo que quería era decirte que no te preocupes, nadie, absolutamente nadie, está libre de pecado. Lo verdaderamente importante, es que cuando llegues a mi edad no tengas nada de lo que arrepentirte.
— Te pido disculpas de antemano si mi respuesta no es la que buscas y no te gusta, pero tengo claro mi lugar en la aldea. No ansío lucir en primera página de los periódicos de Ōnindo, sino lo que jure proteger, Kusagakure y su gente. Era así cuando Kenzou-sama estaba al mando y sigue siendo así con Kintsugi-sama al mando. De hecho... yo mismo le di mi palabra de que nos descansaría hasta que hubiésemos capturado al jinchuriki
Igual era percepción mía, pero aquella conversación había empezado a adquirir tintes peliagudos. Pero lo que no iba a admitir era que me tomasen por lo que no era. Me equivoqué con lo del jodido henge, de acuerdo. Pero seguía siendo Sasagani Yota, seguía teniendo mis convicciones, mi sentido del patriotismo y mis ideales seguían siendo los mismos. Primero estaba Kusagakure, luego estaba yo.
El hombre no cesaba en sus intentos por aleccionarme. Esta vez lo que había conseguido era confundirme pues, aquellos torneos estaban para que la aldea luciese palmito y ninjas y no mostrar un gran compañerismo. Lo que se buscaba era caer en gracia y buscar la gracia de los señores feudales y para ello había que impresionar ganando combates.
— No me malinterpretes. Yo también he sido joven, he sido ambicioso, he sido descuidado en mi búsqueda de fama, riqueza y de todo lo que quería. Juventud, divino tesoro. Tan impredecible como poderosa. En fin, no quiero comerte demasiado la cabeza. Lo que quería era decirte que no te preocupes, nadie, absolutamente nadie, está libre de pecado. Lo verdaderamente importante, es que cuando llegues a mi edad no tengas nada de lo que arrepentirte.
— Te pido disculpas de antemano si mi respuesta no es la que buscas y no te gusta, pero tengo claro mi lugar en la aldea. No ansío lucir en primera página de los periódicos de Ōnindo, sino lo que jure proteger, Kusagakure y su gente. Era así cuando Kenzou-sama estaba al mando y sigue siendo así con Kintsugi-sama al mando. De hecho... yo mismo le di mi palabra de que nos descansaría hasta que hubiésemos capturado al jinchuriki
Igual era percepción mía, pero aquella conversación había empezado a adquirir tintes peliagudos. Pero lo que no iba a admitir era que me tomasen por lo que no era. Me equivoqué con lo del jodido henge, de acuerdo. Pero seguía siendo Sasagani Yota, seguía teniendo mis convicciones, mi sentido del patriotismo y mis ideales seguían siendo los mismos. Primero estaba Kusagakure, luego estaba yo.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa