5/01/2016, 13:32
La situación empezaba a desbordar a la peliblanca, aquel tipo casi le corta la cabellera a Noemi y quien sabe si algo más. La agredida se había encaramado sobre un dolmen, seguía enredada en su melena pero, aún así, era capaz de amenazar mientras rebuscaba unos shurikens para hacer más creíbles sus palabras.
—¡Solo quería ayudar!— bramó el tipo que ahora trataba de recuperar su espada, pues su hoja se había hundido en el suelo — ¡Es sólo pelo, ya volverá a crecer! ¡No tenemos tiempo que perder! ¡Kagome está en peligro!— en su tono de voz se podía notar que estaba totalmente exaltado, al parecer aquella mujer debía de correr un peligro extremo
Mitsuki que era una chica bastante perspicaz casi podía adivinar que aquellas palabras no harían otra cosa que enfurecer más a la de Taki que parecía adorar su cabello sobre todas las cosas. La situación parecía que no terminaría en buen puerto para ninguno de los presentas, así que tomando una bocanada de aire y reuniendo todo el valor que pudo decidió intervenir
—¡Deteneos!— ordenó con voz suave pero severa, sin elevar demasiado el tono pero remarcando la intención —Guarde su espada señor Oda, si desea nuestra ayuda—[/color] pidió la joven mientras lanzaba una intensa mirada. El hombre obedeció sin rechistar —Celebro que sea alguien razonable— la hyuga dejó escapar un pequeño suspiro, ahora que la espada había desaparecido del juego todo sería más fácil —Deja que te eche una mano— la peliblanca se encaramó sobre el mismo dolmen que la rubia, dispuesta a ayudarla —Vamos a ver...— observó el enredo y comenzó a ayudar a su compañera de fatigas —¿Cómo lo has hecho?— pregunto mientras trataba de liberar el brazo de su compañera. Aunque para su sorpresa no llevó demasiado, en apenas un minuto había liberado el brazo de su prisión dorada —Genial, un problema menos— la kunoichi de Uzu se dejó caer sobre el borde del dolmen, hasta quedar sentada con las piernas colgando en el aire —¿Ves como no tardaríamos tando?— le dijo con unas sonrisa al impaciente Oda
—¡Ayudadme pues!— reclamó el hombre
—Antes de eso, deberías de disculparte con Noemi. No fuiste un caballero antes— regaño la Hyuga como si lo hiciese a un niño pequeño
—¡Tenéis razón!— el hombre se dejo caer sobre sus rodillas y pegó su frente contra el suelo —¡Os suplico que me perdonéis!—
—...Eso es un poco excesivo.....— musito la joven mientras se rascaba la mejilla un tanto perpleja
—¡Solo quería ayudar!— bramó el tipo que ahora trataba de recuperar su espada, pues su hoja se había hundido en el suelo — ¡Es sólo pelo, ya volverá a crecer! ¡No tenemos tiempo que perder! ¡Kagome está en peligro!— en su tono de voz se podía notar que estaba totalmente exaltado, al parecer aquella mujer debía de correr un peligro extremo
Mitsuki que era una chica bastante perspicaz casi podía adivinar que aquellas palabras no harían otra cosa que enfurecer más a la de Taki que parecía adorar su cabello sobre todas las cosas. La situación parecía que no terminaría en buen puerto para ninguno de los presentas, así que tomando una bocanada de aire y reuniendo todo el valor que pudo decidió intervenir
—¡Deteneos!— ordenó con voz suave pero severa, sin elevar demasiado el tono pero remarcando la intención —Guarde su espada señor Oda, si desea nuestra ayuda—[/color] pidió la joven mientras lanzaba una intensa mirada. El hombre obedeció sin rechistar —Celebro que sea alguien razonable— la hyuga dejó escapar un pequeño suspiro, ahora que la espada había desaparecido del juego todo sería más fácil —Deja que te eche una mano— la peliblanca se encaramó sobre el mismo dolmen que la rubia, dispuesta a ayudarla —Vamos a ver...— observó el enredo y comenzó a ayudar a su compañera de fatigas —¿Cómo lo has hecho?— pregunto mientras trataba de liberar el brazo de su compañera. Aunque para su sorpresa no llevó demasiado, en apenas un minuto había liberado el brazo de su prisión dorada —Genial, un problema menos— la kunoichi de Uzu se dejó caer sobre el borde del dolmen, hasta quedar sentada con las piernas colgando en el aire —¿Ves como no tardaríamos tando?— le dijo con unas sonrisa al impaciente Oda
—¡Ayudadme pues!— reclamó el hombre
—Antes de eso, deberías de disculparte con Noemi. No fuiste un caballero antes— regaño la Hyuga como si lo hiciese a un niño pequeño
—¡Tenéis razón!— el hombre se dejo caer sobre sus rodillas y pegó su frente contra el suelo —¡Os suplico que me perdonéis!—
—...Eso es un poco excesivo.....— musito la joven mientras se rascaba la mejilla un tanto perpleja