3/07/2020, 19:45
(Última modificación: 3/07/2020, 19:57 por Sasagani Yota. Editado 2 veces en total.)
No sabría decir cuantas malditas veces Kumopansa y servidor repetimos la operación meter el estropajo en el cubo y frotar las jodidas capas de mierdas que habían depositadas en las placas de los cojones. Y encima estaba teniendo la mala suerte de que el maldito vagón G-20 sería de los últimos que localizaría.
— Mierda, este tampoco
Juraría que llevábamos ya más de una hora, puede que estuviéramos cerca de las dos horas frotando, ¿o me había vuelto loco ya? No descartaba nada a aquellas alturas.
— ¡Eh, muchacho! Sal de ahí que...
Fussss.
Plinc.
Plinc otra vez.
— Dime que no estoy loca y que tu también has oído eso
— Sí, eso me temo — afirmé, confuso.
Se suponía que allí abajo teníamos que estar solos y, si no tenía el sentido de la orientación como cierto traidor, venían del pasillo que había cruzado antes de llegar hasta aquí. Así que fui a echar una ojeada. Lo que vimos provocó que tuviera que taparme la boca para no alertar a ese cabrón. La mirada que terminó por significar el último aliento de un trabajador del lugar, víctima de una especie de psicópata que parecía estar ¿jugando? con el cuerpo moribundo de aquel hombre.
De una forma irremediable me vinieron los recuerdos de mi última vez con Juro. Fue como un golpe de nostalgia en la cabeza. Entonces sacudí la cabeza de lado a lado, como si me pidiese a mi mismo concentración. Había varias opciones sobre la mesa así que traté de escoger la que me parecía más sensata.
— Hay que ganar tiempo
Crucé los dedos delante de mi pecho y de la nada surgió una copia exacta de mí que salió a toda prisa hacia el exterior, por la zona de las vías. Su objetivo era muy claro, regresar a Kusagakure e informar de las anomalías. Mientras tanto... Kumopansa y yo trataríamos de ganar tiempo. No era lo más sensato, pero el corazón me decía que había que capturar a ese hijo de puta.
Así iba a ser. Mientras me encaramaba hacia el pasillo, tres simples sellos de mano.
«Dragón, mono, carnero»
El corazón me palpitaba a dos cientos por hora, y los pulmones estaban a punto de hiperventilar, así, como mi sistema nervioso parecía el puente Kannabi en hora punta y luego como si de una competición de lanzar escupitajos se tratase lancé una masa dorada de mi garganta directa hacia el tipo en cuestión, buscando apresarlo y dejarlo pegado en la jodida pared.
• PV:–
• CK:–
• PV Kumopansa:–
• CK Kumopansa:–
Daño recibido
Daño causado
— Mierda, este tampoco
Juraría que llevábamos ya más de una hora, puede que estuviéramos cerca de las dos horas frotando, ¿o me había vuelto loco ya? No descartaba nada a aquellas alturas.
— ¡Eh, muchacho! Sal de ahí que...
Fussss.
Plinc.
Plinc otra vez.
— Dime que no estoy loca y que tu también has oído eso
— Sí, eso me temo — afirmé, confuso.
Se suponía que allí abajo teníamos que estar solos y, si no tenía el sentido de la orientación como cierto traidor, venían del pasillo que había cruzado antes de llegar hasta aquí. Así que fui a echar una ojeada. Lo que vimos provocó que tuviera que taparme la boca para no alertar a ese cabrón. La mirada que terminó por significar el último aliento de un trabajador del lugar, víctima de una especie de psicópata que parecía estar ¿jugando? con el cuerpo moribundo de aquel hombre.
De una forma irremediable me vinieron los recuerdos de mi última vez con Juro. Fue como un golpe de nostalgia en la cabeza. Entonces sacudí la cabeza de lado a lado, como si me pidiese a mi mismo concentración. Había varias opciones sobre la mesa así que traté de escoger la que me parecía más sensata.
— Hay que ganar tiempo
Crucé los dedos delante de mi pecho y de la nada surgió una copia exacta de mí que salió a toda prisa hacia el exterior, por la zona de las vías. Su objetivo era muy claro, regresar a Kusagakure e informar de las anomalías. Mientras tanto... Kumopansa y yo trataríamos de ganar tiempo. No era lo más sensato, pero el corazón me decía que había que capturar a ese hijo de puta.
Así iba a ser. Mientras me encaramaba hacia el pasillo, tres simples sellos de mano.
«Dragón, mono, carnero»
El corazón me palpitaba a dos cientos por hora, y los pulmones estaban a punto de hiperventilar, así, como mi sistema nervioso parecía el puente Kannabi en hora punta y luego como si de una competición de lanzar escupitajos se tratase lancé una masa dorada de mi garganta directa hacia el tipo en cuestión, buscando apresarlo y dejarlo pegado en la jodida pared.
Estado de Yotita
• PV:
200/200
• CK:
93/240
-54
–• PV Kumopansa:
60/60
• CK Kumopansa:
80/80
Daño recibido
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa