15/07/2020, 00:00
Ayame parecía estar bastante incómoda por el calor, diciendo que se evaporaría. Por un instante, Ranko no pudo contener una risita al imaginar una nube con el rostro cansado de Ayame.
—Para mí sería un placer.
Los ojos de la Kusajin se iluminaron con las palabras de su amiga. Había sentido el corazón en la garganta, y ya pensaba que había dicho un total disparate, pero le alegró tanto que ella accediera. Aunque pronto su rostro perdió el brillo. Bajó la mirada hacia el overol y giró la cabeza hacia las trenzas gemelas que le ocultaban. Era verdad, al primer intercambio su concentración se iría a sus golpes, y no podría estar reactivando el Henge no jutsu cada vez que la verdadera Ranko apareciera.
—Oh… E-entiendo… —Ranko jugueteaba con las asas de la bolsa.
El objetivo de la transformación era evitar que viesen a una kunoichi de Kusagakure con una de Amegakure. Si no podía mantenerla, ¿cuál sería el punto? Además, no es como que hubiese escasez de testigos en el Valle. ¡Había un gran evento con gente de todos lados! No podrían combatir en ningún lado sin que al menos alguien les viera, ¿no?
—Entiendo —repitió, bajando la voz como la chica de la luna —. No quisiera… No quisiera meter a Ayame-san e-en problemas… S-si nos viesen combatiendo. E-está bien
Guardó silencio unos segundos, en lo que volteó a ver a un lado y otro de la calle, mirando a la gente pasar. Se sentía un tanto torpe, como si le hubiesen rechazado una invitación a cenar, y ella se hubiese esforzado en preparar una comida decente.
”No desesperes, Ranko. Es… Es sólo un combate, ya habrá más ocasiones. ¿No?”
—Está bien —”Cielos, Ranko, podrías no repetirte ¡por cinco minutos!” —. Di-digo… D-de todas maneras era una proposición a-algo tonta… Hablar d-d-de pelear cu-cuando estamos de compras, je j-je… N-no todo es entrenar, ¿cierto? —Sonrojada, se rascó la nuca —. ¿Ha-haría algo más Ayame-san? ¿P-podría... ahm... acompañarla un rato más? Si no es molestia, claro...
La búsqueda de ropa de Ranko estaba relativamente completa, pues no tenía una lista comprensiva de las prendas a buscar, sólo una idea del estilo. Y tenía el día libre, hasta donde ella sabía.
—Para mí sería un placer.
Los ojos de la Kusajin se iluminaron con las palabras de su amiga. Había sentido el corazón en la garganta, y ya pensaba que había dicho un total disparate, pero le alegró tanto que ella accediera. Aunque pronto su rostro perdió el brillo. Bajó la mirada hacia el overol y giró la cabeza hacia las trenzas gemelas que le ocultaban. Era verdad, al primer intercambio su concentración se iría a sus golpes, y no podría estar reactivando el Henge no jutsu cada vez que la verdadera Ranko apareciera.
—Oh… E-entiendo… —Ranko jugueteaba con las asas de la bolsa.
El objetivo de la transformación era evitar que viesen a una kunoichi de Kusagakure con una de Amegakure. Si no podía mantenerla, ¿cuál sería el punto? Además, no es como que hubiese escasez de testigos en el Valle. ¡Había un gran evento con gente de todos lados! No podrían combatir en ningún lado sin que al menos alguien les viera, ¿no?
—Entiendo —repitió, bajando la voz como la chica de la luna —. No quisiera… No quisiera meter a Ayame-san e-en problemas… S-si nos viesen combatiendo. E-está bien
Guardó silencio unos segundos, en lo que volteó a ver a un lado y otro de la calle, mirando a la gente pasar. Se sentía un tanto torpe, como si le hubiesen rechazado una invitación a cenar, y ella se hubiese esforzado en preparar una comida decente.
”No desesperes, Ranko. Es… Es sólo un combate, ya habrá más ocasiones. ¿No?”
—Está bien —”Cielos, Ranko, podrías no repetirte ¡por cinco minutos!” —. Di-digo… D-de todas maneras era una proposición a-algo tonta… Hablar d-d-de pelear cu-cuando estamos de compras, je j-je… N-no todo es entrenar, ¿cierto? —Sonrojada, se rascó la nuca —. ¿Ha-haría algo más Ayame-san? ¿P-podría... ahm... acompañarla un rato más? Si no es molestia, claro...
La búsqueda de ropa de Ranko estaba relativamente completa, pues no tenía una lista comprensiva de las prendas a buscar, sólo una idea del estilo. Y tenía el día libre, hasta donde ella sabía.
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