7/01/2016, 02:06
-Muchas gracias, Mitsuki- respondió esbozando una leve sonrisa hacia la que estaba a punto de convertirse en nueva kunoichi de Uzushiogakure -En ese caso podéis marcharos. Me gustaria estar a solas con Mitsuki, tenemos cosas de las que charlar añadió haciendo un ademán con su mano diestra a los dos shinobis que aún quedaban en el lugar y pronto asintieron acatando la orden realizada.
Así pues, en el puerto ya solo quedaban las dos chicas, al pelirroja y la de cabellos nevados ya que el barco estaba empezando a zarpar de nuevo mientras la tripulación seguía mirando a la Hyuga con cierta tristeza al mismo tiempo que sacudían sus brazos en la que sin duda era una amarga despedida.
-Parece que te aprecian bastante. Ganarse a la gente es una gran cualidad, Mitsuki- inquirió la Uzukage tratando de ser amable tras aquella bienvenida acompañada de cacheos.
-Enseguida iremos a tu nuevo hogar, Uzushiogakure, pero antes me gustaría que entendieras algo- indicó mientras la suave brisa del mar acariciaba sus cabellos y sus mejillas en una sensación reconfortante -A partir de este momento eres kunoichi de Uzushiogakure. Olvídate de donde vienes. Eres una habitante más de estas tierras y no importa de donde vienes, debes tener esto muy presente. Pero al mismo tiempo recuerda que noe res nativa de este lugar. Te vigilaré, y si no lo hago yo lo harán mis jonnins y si percibimos que nos traicionas no dudaré en poner fin a tu existencia ¿Lo has entendido?-
La Uzukage, con un tono cariñoso trató de hacerle entender en lo que se había convertido. Era importante todo aquel protocolo y establecer unas normas básicas que jamás podían romperse, bajo ningún concepto. Al mismo tiempo apoyó sus delicadas manos sobre sus rodillas para flexionarlas y ponerse a su altura mientras mantenía la mirada con la joven y mantenía aquella sonrisa amistosa. No había dudas, era una amante del orden, pero también le gustaba ser la madre que no había podido ser, algo que muchos líderes no aprobarían, pero ella sí.
Así pues, en el puerto ya solo quedaban las dos chicas, al pelirroja y la de cabellos nevados ya que el barco estaba empezando a zarpar de nuevo mientras la tripulación seguía mirando a la Hyuga con cierta tristeza al mismo tiempo que sacudían sus brazos en la que sin duda era una amarga despedida.
-Parece que te aprecian bastante. Ganarse a la gente es una gran cualidad, Mitsuki- inquirió la Uzukage tratando de ser amable tras aquella bienvenida acompañada de cacheos.
-Enseguida iremos a tu nuevo hogar, Uzushiogakure, pero antes me gustaría que entendieras algo- indicó mientras la suave brisa del mar acariciaba sus cabellos y sus mejillas en una sensación reconfortante -A partir de este momento eres kunoichi de Uzushiogakure. Olvídate de donde vienes. Eres una habitante más de estas tierras y no importa de donde vienes, debes tener esto muy presente. Pero al mismo tiempo recuerda que noe res nativa de este lugar. Te vigilaré, y si no lo hago yo lo harán mis jonnins y si percibimos que nos traicionas no dudaré en poner fin a tu existencia ¿Lo has entendido?-
La Uzukage, con un tono cariñoso trató de hacerle entender en lo que se había convertido. Era importante todo aquel protocolo y establecer unas normas básicas que jamás podían romperse, bajo ningún concepto. Al mismo tiempo apoyó sus delicadas manos sobre sus rodillas para flexionarlas y ponerse a su altura mientras mantenía la mirada con la joven y mantenía aquella sonrisa amistosa. No había dudas, era una amante del orden, pero también le gustaba ser la madre que no había podido ser, algo que muchos líderes no aprobarían, pero ella sí.
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