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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#35
Los hilillos de sangre que corrían de sus manos eran abundantes. El Ishimura no solía ser orgulloso, pero detestaba mostrar debilidad, eso no era propio de un shinobi. Aunque en aquel momento no era un ninja, en aquel momento era un cochero en su hora de trabajo. Trataba de disimular el ardor, pero sus jóvenes manos estaban muy maltratadas para eso. Sin mucha dificultad Eri noto la situación de Kazuma, y es que habiendo dejado dos huellas de sangre sobre su blanca ropa, era algo bastante difícil de ignorar.

-¿Qué ha pasado? -Pregunto luego de bajarse del carruaje a toda prisa.

-Jopetas, me he dejado el kit médico en casa... ¿Y ahora qué? –dijo mostrándose un poco molesta.

Antes de que al ojos grises le diera tiempo de negar con la cabeza y de asegurar que solo era un rasguño, la peliazul se puso manos a la obra. Tomo el lazo que se suponía iba en su espalda y luego de que su paciente estuviese en el carruaje, procedió a improvisar unos vendajes. Aquello fue más rápido de lo que esperaba, pues la joven demostraba tener presteza para tratar heridas. En unos minutos sus manos se encontraban firmemente cubiertas.

-Lo siento... Sé que no es mucho, pero no quiero que se te infecten. - Susurró apenada. - Vamos a terminar el viaje y así podrás irte a curar esas manos como de verdad se merecen, Kazuma-san

Esta bien… La verdad es que está muy bien hecho. Si las hubiese tratado yo mismo probablemente mis heridas hubiesen quedado peor —aseguro con agradecimiento en su voz—. Por otro lado… Creo que son la vendas más elegantes que he tenido alguna vez —dijo mientras sonreía al mirar la seda azul oscuro que envolvía sus manos.

Sin esperar nada mas, el joven de piel morena subió de un salto a la parte donde iba el cochero para apresurar al caballo. Mientras se reanudaba el paseo y el cielo se iba despejando, Kazuma iba en su puesto saboreando un recuerdo que la situación saco a flote.

Recordó un tiempo lejano. Quizás fuesen solo unos años, pero para su corta edad eran gran parte de su vida. En sus días en la calle, hubo una vez en que se enfermo gravemente. No supo decir si fueron las pulgas, la mordida de alguna rata o por un corte con algo sucio. Pero lo cierto es que contrajo una fiebre bastante fuerte. Sintiéndose mal, trato de acercarse a un hospital, pero los encargados de seguridad ni siquiera lo dejaron acercarse. El era testarudo pero luego de unos cuantos golpes decidió irse. Esa misma noche, se encontraba tiritando en las calles, pues no se sentía con fuerzas suficiente como para llegar a su refugio. El viento soplaba cargando humedad y le advertía que si una lluvia lo conseguía hay tirado, la muerte por fiebre también lo conseguiría en ese mismo lugar a la mañana siguiente.

Cuando estaba a punto de ser vencido por el sueño, una sombra se desplazo por el lugar. Resultaba ser una kunoichi de la aldea. Su primer instinto fue huir, pero su cuerpo no le respondía, por lo que callo de cara en un charco cercano. Se encontraba un poco desorientado, pero reconocía la posibilidad de un ninja entrando a los callejones para patear a las escorias luego de un día difícil, no sería la primera vez que pasaba algo así.

Pero no, aquella mujer se le acerco y con cautela toco su frente. Lo siguiente que recordaba era que le estaba llevando a alguna parte y que pararon en una farmacia donde compro algunas medicinas con una licencia de ninja medica. Entonces se durmió, cuando despertó se encontró en un lugar extraño una habitación de techo bajo en algún lugar de la aldea. No solo su fiebre había bajado considerablemente, si no que las heridas que tenia estaban vendadas.

El chico no estaba seguro de que hacer. Junto a la cama encontró una nota que decía “Comprare algo para hacer una sopa, descansa mientras llego”. Por alguna razón se sintió mal al respecto y antes que su salvadora llegara, se vistió, tomo un frasco de aspirinas y salió por la ventana.

Se que puede parecer una pregunta extraña —dijo volteando de repente hacia su pasajera—. Pero… ¿tu quieres ser una ninja medica cierto?
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Mensajes en este tema
RE: Como entrenar a tu cochero - por Hanamura Kazuma - 7/01/2016, 02:30


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