22/07/2020, 22:07
Yui se agarró a Ayame y sintió un fuerte tirón, que le hizo agarrarse más fuerte. Quizás demasiado fuerte. Sintió un vértigo increíble, así que cerró los ojos. Cuando los abrió, sus pies pisaban un suelo distinto. Estaba en casa.
Le sobresaltó el grito de un pobre diablo tirado de cualquier manera en una esquina. Normalmente se habría inclinado hacia él y le habría mostrado la mejor de sus sonrisas, pero en aquella ocasión no salió de ella. Gruñó y entonces recordó por qué se encontraba allí.
—Oh... —murmuró Ayame, fijándose en el prisionero—. ¿Pero qué haces aquí?
Yui soltó una risotada seca y se llevó una mano a la frente.
—¿Tú que crees? —se burló—. Igual el que tendría que preguntarnos eso sería él, ¿no? —La recién estrenada Señora Feudal de la Tormenta se acercó a los barrotes de la celda y los agarró con ambas manos—. Me cago en los húmedos cojones de Susanoo, ¿no tenías otro sitio al que traernos? ¿Esta marca de cuándo era, de cuando todo ese asunto con las Náyades?
Yui suspiró. Y tomó como suya la única solución pragmática que se le vino a la cabeza.
Es decir,
—¡¡QUE ALGUIEN BAJE AQUÍ AHORA MISMO O LE PONGO A LIMPIAR LOS RETRETES DE TODA LA TORRE SIN USAR EL PUTO ASCENSOR!! ¡¡¡SOY YUI!!! ¡¡¡EEEEEH!!!
Golpear con el romo revés de una wakizashi los barrotes hasta reventarle los oídos al recepcionista.
«Mi hogar. Para siempre.»
Le sobresaltó el grito de un pobre diablo tirado de cualquier manera en una esquina. Normalmente se habría inclinado hacia él y le habría mostrado la mejor de sus sonrisas, pero en aquella ocasión no salió de ella. Gruñó y entonces recordó por qué se encontraba allí.
—Oh... —murmuró Ayame, fijándose en el prisionero—. ¿Pero qué haces aquí?
Yui soltó una risotada seca y se llevó una mano a la frente.
—¿Tú que crees? —se burló—. Igual el que tendría que preguntarnos eso sería él, ¿no? —La recién estrenada Señora Feudal de la Tormenta se acercó a los barrotes de la celda y los agarró con ambas manos—. Me cago en los húmedos cojones de Susanoo, ¿no tenías otro sitio al que traernos? ¿Esta marca de cuándo era, de cuando todo ese asunto con las Náyades?
Yui suspiró. Y tomó como suya la única solución pragmática que se le vino a la cabeza.
Es decir,
¡CLONK, CLONK, CLONK, CLONK,
CLONK, CLONK, CLONK, CLONK!
CLONK, CLONK, CLONK, CLONK!
—¡¡QUE ALGUIEN BAJE AQUÍ AHORA MISMO O LE PONGO A LIMPIAR LOS RETRETES DE TODA LA TORRE SIN USAR EL PUTO ASCENSOR!! ¡¡¡SOY YUI!!! ¡¡¡EEEEEH!!!
Golpear con el romo revés de una wakizashi los barrotes hasta reventarle los oídos al recepcionista.