24/07/2020, 20:53
— ¿Todavía estoy vivo?
— No por mucho si no arreglamos esto. — apoyó con cautela la mano sobre una pequeña mesilla metálica, se alejó un par de segundos para volver con un montón de cachivaches. — Intenta estarte quietecito.
Y no importaba si Yota lo intentaba o no. En cuanto la médica empezara su tratamiento, fuese cual fuese, el rubio lloraría. Había tenido muchas heridas a lo largo de su vida shinobi, y se había curado varias veces en hospitales o enfermerias. Pero pronto entendería que era un pelin diferente un corte en el brazo que la amputación de un dedo. El dolor le dejaría totalmente fuera de sí. Más que fuera de sí, le dejaría fuera de todo el País del Bosque, le llevaría directo al infierno.
Cuando volviese en sí, para él habían sido unos minutos, pero habían pasado horas. Seguiría sobre la misma camilla, con su misma camiseta hecha trizas por el combate, sin embargo, no se sentiría tan hecho mierda. Tenía la mano vendada, especialmente la zona donde debería estar su dedo, lo mismo para el pecho, justo donde le había dado el hueso con forma de bala de cañon. El corte apenas era visible.
Shiten, que estaba al lado de su camilla y era la causa de que se hubiese despertado, le contó que habían mandado un ninja médico de la villa de inmediato y que las noticias de su encuentro ya habían llegado a Kusagakure y probablemente a Kintsugi en el valle. El Senju lo acompañaría a la villa y sus nuevas ordenes para Yota eran descansar hasta que la Morikage volviese y reclamase su presencia.
Shiten le pasó la información que le había dado el ninja médico antes de volver a la villa. Le había dicho que era posible reconectarle el dedo, si tuvieran el dedo. Pero como no lo tenían no había nada que él pudiese hacer ahora. Quedaba en las manos de Yota buscar una solución satisfactoria.
En cuanto el rubio estuviese preparado, emprenderían el camino de vuelta.
— No por mucho si no arreglamos esto. — apoyó con cautela la mano sobre una pequeña mesilla metálica, se alejó un par de segundos para volver con un montón de cachivaches. — Intenta estarte quietecito.
Y no importaba si Yota lo intentaba o no. En cuanto la médica empezara su tratamiento, fuese cual fuese, el rubio lloraría. Había tenido muchas heridas a lo largo de su vida shinobi, y se había curado varias veces en hospitales o enfermerias. Pero pronto entendería que era un pelin diferente un corte en el brazo que la amputación de un dedo. El dolor le dejaría totalmente fuera de sí. Más que fuera de sí, le dejaría fuera de todo el País del Bosque, le llevaría directo al infierno.
Cuando volviese en sí, para él habían sido unos minutos, pero habían pasado horas. Seguiría sobre la misma camilla, con su misma camiseta hecha trizas por el combate, sin embargo, no se sentiría tan hecho mierda. Tenía la mano vendada, especialmente la zona donde debería estar su dedo, lo mismo para el pecho, justo donde le había dado el hueso con forma de bala de cañon. El corte apenas era visible.
Shiten, que estaba al lado de su camilla y era la causa de que se hubiese despertado, le contó que habían mandado un ninja médico de la villa de inmediato y que las noticias de su encuentro ya habían llegado a Kusagakure y probablemente a Kintsugi en el valle. El Senju lo acompañaría a la villa y sus nuevas ordenes para Yota eran descansar hasta que la Morikage volviese y reclamase su presencia.
Shiten le pasó la información que le había dado el ninja médico antes de volver a la villa. Le había dicho que era posible reconectarle el dedo, si tuvieran el dedo. Pero como no lo tenían no había nada que él pudiese hacer ahora. Quedaba en las manos de Yota buscar una solución satisfactoria.
En cuanto el rubio estuviese preparado, emprenderían el camino de vuelta.
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