30/07/2020, 17:10
Shanise asintió, complacida. Pero el tenso silencio que acompañaba a la gravedad de su gesto sólo podía indicar que su mente seguía funcionando. Y que lo hacía a toda velocidad.
—Ayame —la llamó, inclinándose hacia adelante—. Entonces... ¿qué pasó exactamente en el estadio del Torneo? Sé que ha sido duro, pero necesito saberlo.
Ayame abrió la boca para responder, pero entonces llegó con las bebidas pedidas, y ambas kunoichi tuvieron que poner la mejor de sus sonrisas para recibirle. Aunque, por lo menos en el caso de Ayame, su rostro la delataba: algo no estaba bien.
—Gracias, Kirishima.
—Muchas gracias, Kirishima.
Sospechase o no al respecto, Kirishima regresó a la barra de la taberna. Y sólo cuando Ayame estuvo segura de que no iba a escucharlas, se adelantó hacia Shanise.
—Lamentablemente, no voy a poder ofrecerte mucha información. Al menos, no toda la que me gustaría —confesó en voz baja, sosteniendo el vaso entre sus manos. Entonces bajó la mirada, tratando de poner en orden sus pensamientos—. Yo estaba subiendo a las gradas después de recuperarme de mi combate. Esperaba poder ver la final entre Daruu y Datsue pero... todo se volvió patas arriba en cuestión de segundos. Todo se volvió más oscuro, como si una nube enorme acabara de tapar el sol, y comencé a escuchar gritos y lloros. Una mujer enmascarada me interceptó en las escaleras antes de que pudiera salir al exterior para ver qué ocurría y comenzó a atacarme. Ni siquiera sé quién era, no paraba de repetir que me merecía estar en el calabozo por ser un monstruo, y todas esas cosas —Sacudió una mano en el aire, restándole importancia a aquellas palabras. De alguna manera u otra, había terminado acostumbrándose a que hubiese personas que la odiaran por ser quien era—. Intenté inmovilizarla, para al menos desenmascararla, pero en el momento en el que lo conseguí... apareció Kuroyuki. La General de Kurama que me revirtió el sello... —Aclaró, por si Shanise no recordaba su nombre.
—Ayame —la llamó, inclinándose hacia adelante—. Entonces... ¿qué pasó exactamente en el estadio del Torneo? Sé que ha sido duro, pero necesito saberlo.
Ayame abrió la boca para responder, pero entonces llegó con las bebidas pedidas, y ambas kunoichi tuvieron que poner la mejor de sus sonrisas para recibirle. Aunque, por lo menos en el caso de Ayame, su rostro la delataba: algo no estaba bien.
—Gracias, Kirishima.
—Muchas gracias, Kirishima.
Sospechase o no al respecto, Kirishima regresó a la barra de la taberna. Y sólo cuando Ayame estuvo segura de que no iba a escucharlas, se adelantó hacia Shanise.
—Lamentablemente, no voy a poder ofrecerte mucha información. Al menos, no toda la que me gustaría —confesó en voz baja, sosteniendo el vaso entre sus manos. Entonces bajó la mirada, tratando de poner en orden sus pensamientos—. Yo estaba subiendo a las gradas después de recuperarme de mi combate. Esperaba poder ver la final entre Daruu y Datsue pero... todo se volvió patas arriba en cuestión de segundos. Todo se volvió más oscuro, como si una nube enorme acabara de tapar el sol, y comencé a escuchar gritos y lloros. Una mujer enmascarada me interceptó en las escaleras antes de que pudiera salir al exterior para ver qué ocurría y comenzó a atacarme. Ni siquiera sé quién era, no paraba de repetir que me merecía estar en el calabozo por ser un monstruo, y todas esas cosas —Sacudió una mano en el aire, restándole importancia a aquellas palabras. De alguna manera u otra, había terminado acostumbrándose a que hubiese personas que la odiaran por ser quien era—. Intenté inmovilizarla, para al menos desenmascararla, pero en el momento en el que lo conseguí... apareció Kuroyuki. La General de Kurama que me revirtió el sello... —Aclaró, por si Shanise no recordaba su nombre.