8/01/2016, 02:53
Durante unos momentos, pareció que la muchacha no había escuchado la pequeña tos y la única palabra formulada por el joven. Sin embargo, pronto, lentamente comenzó a darse la vuelta para observar a su interlocutor.
Pudo entonces Kimura observar que era una joven que debía rondar su misma edad y poseedora de hermosas facciones, algo que no pudo evitar notar. El rostro se veía resaltado por dos particulares destalles; aquellos ojos blancos tan llamativos y las marcas negras en sus mejillas, que producían un hermoso efecto al contrastar con lo pálida que era su piel. Sin embargo, la atención del muchacho pronto volvió a la realidad con las siguientes palabras de la joven.
—Lo... lo siento, no sabía que no se podía tocar perdona— El Yuki inclino su cabeza un poco hacia el costado, una pequeña costumbre involuntaria que tenía cuando intentaba entender algo. Pues además, de sus palabras, la chica ahora estaba realizando una reverencia, volviendo a hablar mientras lo hacía. —Acepte mis mas sinceras disculpas—
“¿De qué me habla?... ¿Las estatuas? ¿Las habrá tocado? Supongo que si se está disculpando…” El castaño supuso que ella creía que era una especie de guarda de esas estatuas o algo parecido. Tampoco es que se le ocurrieran muchas otras variables por las que podría haber reaccionado así.
— No hace falta que te disculpes, no has hecho nada malo, supongo, no sé si pueden tocarse las estatuas. No es mi trabajo saberlo, supongo, solo soy un visitante igual que tu, intuyo. Perdona si te he asustado. —
Pudo entonces Kimura observar que era una joven que debía rondar su misma edad y poseedora de hermosas facciones, algo que no pudo evitar notar. El rostro se veía resaltado por dos particulares destalles; aquellos ojos blancos tan llamativos y las marcas negras en sus mejillas, que producían un hermoso efecto al contrastar con lo pálida que era su piel. Sin embargo, la atención del muchacho pronto volvió a la realidad con las siguientes palabras de la joven.
—Lo... lo siento, no sabía que no se podía tocar perdona— El Yuki inclino su cabeza un poco hacia el costado, una pequeña costumbre involuntaria que tenía cuando intentaba entender algo. Pues además, de sus palabras, la chica ahora estaba realizando una reverencia, volviendo a hablar mientras lo hacía. —Acepte mis mas sinceras disculpas—
“¿De qué me habla?... ¿Las estatuas? ¿Las habrá tocado? Supongo que si se está disculpando…” El castaño supuso que ella creía que era una especie de guarda de esas estatuas o algo parecido. Tampoco es que se le ocurrieran muchas otras variables por las que podría haber reaccionado así.
— No hace falta que te disculpes, no has hecho nada malo, supongo, no sé si pueden tocarse las estatuas. No es mi trabajo saberlo, supongo, solo soy un visitante igual que tu, intuyo. Perdona si te he asustado. —