8/01/2016, 09:51
Kimura giro la cabeza y se quedo observando unos segundos el carruaje que desaparecía por el camino, y la nube de polvo que una vez tocada la tierra esta fue dejando tras de sí, hasta que esta también se disipo, dejando solo a gente que se llevaba la mano a los ojos o tosía a causa de ella. “Puto viejo de mierda” fue lo único que atino a pensar el joven mientras se levantaba del suelo, sintiendo todavía el eco del golpe seco contra el suelo en el trasero, aunque pronto dejo de prestarle atención y desapareció.
Cuando dirigió de vuelta su mirada al muchacho al que había empujado fuera de la trayectoria del loco conductor, observo que aquel lo miraba fijamente, con una ceja alzada, como si estuviera preguntándole o cuestionándole algo; al menos esa sensación le causaba al chico. Pero fue su apariencia tan particular lo que llamaba más la atención del Yuki. No solo era aquella piel, incluso mas pálida que la que el mismo ostentaba. No era la capucha que llevaba ahora baja.
Para empezar, sus ojos no eran de un mismo color; mientras que uno era azul como las aguas, otro era verde como hojas de un árbol. Dos tatuajes resaltaban sobre la blanca piel, ubicados encima de la frente, en la izquierda de su rostro, dos estrellas, volviéndose a hacer presente el color azul en una de las estrellas, mientras que la otra era de un celeste casi tan vivo como el que se podía ver en los ojos de Kimura.
Sin embargo, volvió a la realidad cuando el otro comenzó a hablar. Pronto también se levanto y tras sacudirse el polvo de la ropa, se dirigió nuevamente hacia Kimura.
— No sabía que las carretas tenían permiso para circular por éste puente... y menos que no tuviesen reglas al hacerlo... Mi nombre es Blame, y gracias por el empujón. —
Tosió un poco mientras se quitaba también los restos del polvo de su vestimenta, y contesto a las palabras del otro muchacho.
— Supongo que tendrán permiso para hacerlo, al menos desde las riberas, para no desviarse por otros países… Aunque desde luego, no de esa forma ni a tanta velocidad… — Escucho el nombre, y sonrió ligeramente cuando le dio las gracias. — Curioso nombre, Blame, suena bien. Y no me agradezcas, no me ha costado nada hacerlo. Además, hubiese sido una pena que la atmosfera de este lugar se hubiese visto empañada con una desgraciada muerte por la negligencia de un estúpido… — Se tomo un momento para respirar y mientras, volvió a dirigir su mirada hacia el cielo, los alrededores de aquel puente, de paisaje tan hermoso.
— ¿Eres de por aquí, Blame? ¿O acaso vienes del País de la Tierra o de algún otro lugar lejano? —
Cuando dirigió de vuelta su mirada al muchacho al que había empujado fuera de la trayectoria del loco conductor, observo que aquel lo miraba fijamente, con una ceja alzada, como si estuviera preguntándole o cuestionándole algo; al menos esa sensación le causaba al chico. Pero fue su apariencia tan particular lo que llamaba más la atención del Yuki. No solo era aquella piel, incluso mas pálida que la que el mismo ostentaba. No era la capucha que llevaba ahora baja.
Para empezar, sus ojos no eran de un mismo color; mientras que uno era azul como las aguas, otro era verde como hojas de un árbol. Dos tatuajes resaltaban sobre la blanca piel, ubicados encima de la frente, en la izquierda de su rostro, dos estrellas, volviéndose a hacer presente el color azul en una de las estrellas, mientras que la otra era de un celeste casi tan vivo como el que se podía ver en los ojos de Kimura.
Sin embargo, volvió a la realidad cuando el otro comenzó a hablar. Pronto también se levanto y tras sacudirse el polvo de la ropa, se dirigió nuevamente hacia Kimura.
— No sabía que las carretas tenían permiso para circular por éste puente... y menos que no tuviesen reglas al hacerlo... Mi nombre es Blame, y gracias por el empujón. —
Tosió un poco mientras se quitaba también los restos del polvo de su vestimenta, y contesto a las palabras del otro muchacho.
— Supongo que tendrán permiso para hacerlo, al menos desde las riberas, para no desviarse por otros países… Aunque desde luego, no de esa forma ni a tanta velocidad… — Escucho el nombre, y sonrió ligeramente cuando le dio las gracias. — Curioso nombre, Blame, suena bien. Y no me agradezcas, no me ha costado nada hacerlo. Además, hubiese sido una pena que la atmosfera de este lugar se hubiese visto empañada con una desgraciada muerte por la negligencia de un estúpido… — Se tomo un momento para respirar y mientras, volvió a dirigir su mirada hacia el cielo, los alrededores de aquel puente, de paisaje tan hermoso.
— ¿Eres de por aquí, Blame? ¿O acaso vienes del País de la Tierra o de algún otro lugar lejano? —