10/08/2020, 17:16
Pero Shanise cogió con fuerza el asa de su jarra, se bebió lo que quedaba de hidromiel y Ayame volvió a sobresaltarse cuando volvió a estrellarla contra la mesa. La nueva Arashikage sonreía, con esos dientes afilados suyos. Era en aquellos momentos cuando más se parecía a Yui, y también cuando más miedo daba.
—Lo sé. Que le den por culo, ¡jajaja! —soltó una buena carcajada, y entonces se volvió hacia la barra—. ¡Kirishima! ¡Ponte otra, buen hombre!
«¿Otra jarra más?» Rezongó Ayame para sus adentros, arrugando por la nariz. Durante un instante pasó por su cabeza un recuerdo lejano, un recuerdo en el que se mezclaban Daruu y Yui, con alcohol por todas partes, y música a todo trapo...
—Enseguida —respondió Kirishima, seguramente feliz de vender otra bebida más.
Pero Ayame se agarró con fuerza a su vaso, como si de un salvavidas se tratase, y se hundió en su asiento aún más.
—Ayame —la llamó Shanise, girándose de nuevo hacia ella—. Eso sí: aunque puedes participar, recuerda que es una reunión muy importante. Si te provoca, tienes que aguantar. Es difícil. Lo sé. —se rio—. Yui no lo consiguió nunca.
—Soy consciente de ello —asintió Ayame—. No te preocupes, creo que estoy acostumbrada a lidiar con gente que odia a los bijū... —agregó, con una risilla nerviosa.
Aún no se lo terminaba de creer. Ella, como Mano Derecha de la Arashikage, acompañándola a una reunión entre las Tres Sombras. Todo había sucedido tan rápido que se sentía como si su cabeza estuviese en una nube, y no lograra terminar de asimilar lo que todo ello significaba.
Shanise bajó la mirada y comenzó a dar vueltas al borde de su jarra vacía con la yema del dedo.
—Es muy triste. Hubiese preferido que siguiera siendo Kage. Espero que los demás me acepten como a ella.
—¡Estoy segura de que lo harán! —exclamó Ayame, quizás de una forma más efusiva de lo que le habría gustado. Y, nuevamente avergonzada, volvió a refugiarse en su zumo de naranja, aún por la mitad.
«Y yo espero estar al nivel de sus expectativas...» No pudo evitar pensar, angustiada.
—Q... quiero decir... has estado con Yui-s... todo este tiempo. ¡No se me ocurre nadie mejor que tú para el puesto de Arashikage! —Ayame agachó momentáneamente la cabeza, entristecida—. No... no llegué a ver lo que le pasó a su hermano... Me libré a duras penas de Kurama gracias a Daruu, que consiguió sacarme de allí a tiempo y entonces... hubo varias explosiones: una explosión de fuego en un extremo del estadio, un huracán en el otro, y el trueno más monstruoso que jamás he visto... Intuyo que debía de encontrarse en alguno de esos sitios. Pero no termino de entenderlo, ¿por qué harían una cosa así los de Dragón Rojo? ¿Cuál era su objetivo?
—Lo sé. Que le den por culo, ¡jajaja! —soltó una buena carcajada, y entonces se volvió hacia la barra—. ¡Kirishima! ¡Ponte otra, buen hombre!
«¿Otra jarra más?» Rezongó Ayame para sus adentros, arrugando por la nariz. Durante un instante pasó por su cabeza un recuerdo lejano, un recuerdo en el que se mezclaban Daruu y Yui, con alcohol por todas partes, y música a todo trapo...
—Enseguida —respondió Kirishima, seguramente feliz de vender otra bebida más.
Pero Ayame se agarró con fuerza a su vaso, como si de un salvavidas se tratase, y se hundió en su asiento aún más.
—Ayame —la llamó Shanise, girándose de nuevo hacia ella—. Eso sí: aunque puedes participar, recuerda que es una reunión muy importante. Si te provoca, tienes que aguantar. Es difícil. Lo sé. —se rio—. Yui no lo consiguió nunca.
—Soy consciente de ello —asintió Ayame—. No te preocupes, creo que estoy acostumbrada a lidiar con gente que odia a los bijū... —agregó, con una risilla nerviosa.
Aún no se lo terminaba de creer. Ella, como Mano Derecha de la Arashikage, acompañándola a una reunión entre las Tres Sombras. Todo había sucedido tan rápido que se sentía como si su cabeza estuviese en una nube, y no lograra terminar de asimilar lo que todo ello significaba.
Shanise bajó la mirada y comenzó a dar vueltas al borde de su jarra vacía con la yema del dedo.
—Es muy triste. Hubiese preferido que siguiera siendo Kage. Espero que los demás me acepten como a ella.
—¡Estoy segura de que lo harán! —exclamó Ayame, quizás de una forma más efusiva de lo que le habría gustado. Y, nuevamente avergonzada, volvió a refugiarse en su zumo de naranja, aún por la mitad.
«Y yo espero estar al nivel de sus expectativas...» No pudo evitar pensar, angustiada.
—Q... quiero decir... has estado con Yui-s... todo este tiempo. ¡No se me ocurre nadie mejor que tú para el puesto de Arashikage! —Ayame agachó momentáneamente la cabeza, entristecida—. No... no llegué a ver lo que le pasó a su hermano... Me libré a duras penas de Kurama gracias a Daruu, que consiguió sacarme de allí a tiempo y entonces... hubo varias explosiones: una explosión de fuego en un extremo del estadio, un huracán en el otro, y el trueno más monstruoso que jamás he visto... Intuyo que debía de encontrarse en alguno de esos sitios. Pero no termino de entenderlo, ¿por qué harían una cosa así los de Dragón Rojo? ¿Cuál era su objetivo?