9/01/2016, 03:18
El chico de orbes celestes no tardó en imitar el gesto del albino, procediendo a quitarse el polvo de encima tras levantarse. Contestó que evidentemente podrían tener permiso para circular por ese puente las carretas, principalmente por las riberas. Aunque evidentemente, ambos coincidían en algo, no a esa indebida velocidad.
«Curioso color de pelo...»
El chico desvarió un poco su atención al caer en el detalle, mas no era el estereotipo ideal de persona para resaltar un rasgo ajeno; él mismo poseía dos rasgos bastante extraños, por no mencionar casi imposibles en combinación. Albino y heterocromático.
Sin embargo, su desvariación tardó poco en tomar rienda. El chico comentó que había hecho lo ideal con tal de no arruinar la atmósfera que se respiraba de tranquilidad, que una muerte habría sido una lastima. Si que era una persona pesimista, de esas que ven el vaso no medio vacío, sino con dos gotas. ¿Realmente pensaba que por una arremetida de un carruaje podía morir una persona? Sin duda, ese chico no se había visto arrastrado hasta los límites de la muerte, como bien había sido llevado el Senju.
Las personas pueden aferrarse mucho a la vida, lamentablemente.
«La vida puede parecer efímera... pero no lo es.»
Sin tan siquiera haber dicho su nombre, el héroe del día preguntó al de Kusagakure cuál era su procedencia. Pregunta que sin duda alguna, no vería una respuesta sincera. Suerte la del albino de ser buen mentiroso, o al menos lo suficientemente ágil de mente como para inventarse algún tipo de evasión a la pregunta.
—Vengo desde el país de la tierra, concrétamente desde Notsuba.—
Toda una suerte para él que ya conociese varios países, y alguna que otra ciudad en éstos.
—Por cierto... ¿y esa banda metálica? Casi parece la de un shinobi.— Preguntó sin tapujos.
Evidentemente, él no era conocedor de nada acerca de la aldea que había surgido tras la caída de Kusagakure. Era un buen tema a tratar, pues no conocía ese símbolo, y posiblemente era mas curioso a preguntarle meramente su nombre. Las presentaciones están demasiado sobrevaloradas.
«Curioso color de pelo...»
El chico desvarió un poco su atención al caer en el detalle, mas no era el estereotipo ideal de persona para resaltar un rasgo ajeno; él mismo poseía dos rasgos bastante extraños, por no mencionar casi imposibles en combinación. Albino y heterocromático.
Sin embargo, su desvariación tardó poco en tomar rienda. El chico comentó que había hecho lo ideal con tal de no arruinar la atmósfera que se respiraba de tranquilidad, que una muerte habría sido una lastima. Si que era una persona pesimista, de esas que ven el vaso no medio vacío, sino con dos gotas. ¿Realmente pensaba que por una arremetida de un carruaje podía morir una persona? Sin duda, ese chico no se había visto arrastrado hasta los límites de la muerte, como bien había sido llevado el Senju.
Las personas pueden aferrarse mucho a la vida, lamentablemente.
«La vida puede parecer efímera... pero no lo es.»
Sin tan siquiera haber dicho su nombre, el héroe del día preguntó al de Kusagakure cuál era su procedencia. Pregunta que sin duda alguna, no vería una respuesta sincera. Suerte la del albino de ser buen mentiroso, o al menos lo suficientemente ágil de mente como para inventarse algún tipo de evasión a la pregunta.
—Vengo desde el país de la tierra, concrétamente desde Notsuba.—
Toda una suerte para él que ya conociese varios países, y alguna que otra ciudad en éstos.
—Por cierto... ¿y esa banda metálica? Casi parece la de un shinobi.— Preguntó sin tapujos.
Evidentemente, él no era conocedor de nada acerca de la aldea que había surgido tras la caída de Kusagakure. Era un buen tema a tratar, pues no conocía ese símbolo, y posiblemente era mas curioso a preguntarle meramente su nombre. Las presentaciones están demasiado sobrevaloradas.