31/08/2020, 18:33
El recinto de Nishinoya quedaba ya varios cientos de metros a sus espaldas, pero Nanashi no había perdido el ceño fruncido en su expresión. Oda, quien caminaba a su lado, empezaba a preocuparse debido a que momentos antes, parecía mucho más calmado.
— ¿Que te pasa? No es la primera vez que tuerces el gesto cuando se trata de esa niña
— No es nada es solo...
Caminaron durante varios minutos sin pronunciar palabra; pero el hombre de pelo canoso todavía no había olvidado sus palabras, como si esperara todavía la continuación de aquella frase.
— Estoy casi seguro de que la conozco
— ¿Qué? — aquello detuvo en seco a Oda, Nanashi avanzó varios metros antes de detenerse, y luego este reguló la distancia. — ¿Que quieres decir con que la conoces?
— No lo sé. No sé explicártelo, no se decirte con seguridad; pero algo en ella me es familiar. Algo en ella me es conocido
—¿Escuchaste su nombre antes? ¿La viste en algún otro lugar antes de...? ¿El lago de Shiona? Fue donde la viste por primera vez ¿no?
Creía en sus palabras; ambos habían formado un fuerte vinculo con el paso del tiempo, en el que aunque uno de los dos no recordará algo, pero estuviera seguro de ello; el otro le creería. Ambos jamas se aferraban del todo a aquellas cosas, siempre daban espacio a la duda; "Errar es humano" como bien decía Oda.
— Allí no me pareció ni por asomo conocida. Pero tras haberla visto durante el evento, hay algo que me hace dudar...
Algo en Oda le escamaba en aquellas palabras mientras continuaban su travesía; este le agarró de la muñeca y detuvo su avance de nuevo.
— Ella misma me lo pidió en aquella enfermería improvisada. Decía algo de darle una sorpresa; si crees que puede llegar a ser un problema, será mejor que lo dejes. Tampoco creo que nos dejen entrar allí en Nantōnoya, no somos familiares de nadie así que no creo que estemos autorizados
— Tienes razón... Además ya casi es de noche — añadió tapándose con ligereza los ojos, observando el color anaranjado del cielo. — Ha sido un día larguísimo. Vayamos a cenar algo, con tanto ajetreo, ni si quiera me había dado cuenta del hambre que tenía
— De acuerdo, invito yo — sonrió con suavidad, y caminaron en dirección contraría a la que se dirigían.
— ¿Que te pasa? No es la primera vez que tuerces el gesto cuando se trata de esa niña
— No es nada es solo...
Caminaron durante varios minutos sin pronunciar palabra; pero el hombre de pelo canoso todavía no había olvidado sus palabras, como si esperara todavía la continuación de aquella frase.
— Estoy casi seguro de que la conozco
— ¿Qué? — aquello detuvo en seco a Oda, Nanashi avanzó varios metros antes de detenerse, y luego este reguló la distancia. — ¿Que quieres decir con que la conoces?
— No lo sé. No sé explicártelo, no se decirte con seguridad; pero algo en ella me es familiar. Algo en ella me es conocido
—¿Escuchaste su nombre antes? ¿La viste en algún otro lugar antes de...? ¿El lago de Shiona? Fue donde la viste por primera vez ¿no?
Creía en sus palabras; ambos habían formado un fuerte vinculo con el paso del tiempo, en el que aunque uno de los dos no recordará algo, pero estuviera seguro de ello; el otro le creería. Ambos jamas se aferraban del todo a aquellas cosas, siempre daban espacio a la duda; "Errar es humano" como bien decía Oda.
— Allí no me pareció ni por asomo conocida. Pero tras haberla visto durante el evento, hay algo que me hace dudar...
Algo en Oda le escamaba en aquellas palabras mientras continuaban su travesía; este le agarró de la muñeca y detuvo su avance de nuevo.
— Ella misma me lo pidió en aquella enfermería improvisada. Decía algo de darle una sorpresa; si crees que puede llegar a ser un problema, será mejor que lo dejes. Tampoco creo que nos dejen entrar allí en Nantōnoya, no somos familiares de nadie así que no creo que estemos autorizados
— Tienes razón... Además ya casi es de noche — añadió tapándose con ligereza los ojos, observando el color anaranjado del cielo. — Ha sido un día larguísimo. Vayamos a cenar algo, con tanto ajetreo, ni si quiera me había dado cuenta del hambre que tenía
— De acuerdo, invito yo — sonrió con suavidad, y caminaron en dirección contraría a la que se dirigían.