25/09/2020, 16:18
Sasaki Reiji se interpuso entre su propio Uzukage y sus más poderosos shinobi, utilizando un jutsu desconocido que los tomó por sorpresa. Jamás supo si los ANBU sumaron dos mas dos, pero desde luego, Hanabi sí que lo hizo. Datsue se adelantó y ordenó a Reiji que soltase a los jōnin, pero también le dijo al Sarutobi lo que él ya sabía. Uzumaki Eri miraba a unos y a otros, preparándose, pero al mismo tiempo sabiendo que jamás podría estar preparada de verdad para combatir a un bijū.
Hanabi respiró hondo... y liberó a la bestia.
—¡¡CALMA!! ¡¡CALMA TODO EL MUNDO!!
Los tentáculos de Reiji volvieron a su espalda, y el muchacho quedó rígido en el sitio. Los ANBU cayeron al suelo, y se reincorporaron con dificultad, confusos. Quizás alguno cabreado, ¿pero quién desafiaría a Hanabi justo en aquél momento? Yuuna temblaba. Eri sintió que sus manos se detenían en el sitio y sus dedos no eran capaces de moverse. Un anillo de llamas rodeó al Uzukage, fino, diminuto, alrededor de sus pies. Y caminó. Pasó al lado de Yuuna y se detuvo frente al monstruo, que agachó su enorme cabezota hasta ponerla justo delante de él. Hanabi tragó saliva y se obligó a no retroceder un paso.
—¿Quién eres tú, para tener un poder comparable al de un hermano? —pronunció la bestia, con un tono gutural.
—Sarutobi Hanabi, el Uzukage. Protector de esta villa. Suelen decírmelo.
—Me llamo Gyūki, aunque usted ya debería conocerme. Estaba teniendo un pequeño malentendido con sus shinobi. En realidad, de momento, sólo quería hablar contigo. Y asegurarme de que mi buen amigo Reiji estaba bien. —El bijū se reincorporó, y miró a Reiji—. Tranquilo, muchacho, no tienes por qué defenderme. Se te va agotar el chakra que te di.
Los ANBU se miraron perplejos. Hanabi se dio la vuelta.
—Marchaos, y anulad la evacuación. Es una falsa alarma.
—¿¡P-pero cómo que falsa!? —protestó uno de ellos.
—¡Hazme caso, quieres!
El ANBU asintió, nervioso, a Hanabi y luego hacia sus compañeros, y todos se dieron la vuelta y echaron a correr.
—¿No podrías... podría... haber avisado usted? —balbuceó Hanabi, llevándose una mano al pecho, y otra a un bolsillo del que hacía meses que no sacaba nada que le tranquilizase.
—Trátame de tú, por favor. —El bijū se dio la vuelta hacia Datsue y entrecerró los ojos—. Espera un momento... ¿Shukaku?
Hanabi respiró hondo... y liberó a la bestia.
—¡¡CALMA!! ¡¡CALMA TODO EL MUNDO!!
Los tentáculos de Reiji volvieron a su espalda, y el muchacho quedó rígido en el sitio. Los ANBU cayeron al suelo, y se reincorporaron con dificultad, confusos. Quizás alguno cabreado, ¿pero quién desafiaría a Hanabi justo en aquél momento? Yuuna temblaba. Eri sintió que sus manos se detenían en el sitio y sus dedos no eran capaces de moverse. Un anillo de llamas rodeó al Uzukage, fino, diminuto, alrededor de sus pies. Y caminó. Pasó al lado de Yuuna y se detuvo frente al monstruo, que agachó su enorme cabezota hasta ponerla justo delante de él. Hanabi tragó saliva y se obligó a no retroceder un paso.
—¿Quién eres tú, para tener un poder comparable al de un hermano? —pronunció la bestia, con un tono gutural.
—Sarutobi Hanabi, el Uzukage. Protector de esta villa. Suelen decírmelo.
—Me llamo Gyūki, aunque usted ya debería conocerme. Estaba teniendo un pequeño malentendido con sus shinobi. En realidad, de momento, sólo quería hablar contigo. Y asegurarme de que mi buen amigo Reiji estaba bien. —El bijū se reincorporó, y miró a Reiji—. Tranquilo, muchacho, no tienes por qué defenderme. Se te va agotar el chakra que te di.
Los ANBU se miraron perplejos. Hanabi se dio la vuelta.
—Marchaos, y anulad la evacuación. Es una falsa alarma.
—¿¡P-pero cómo que falsa!? —protestó uno de ellos.
—¡Hazme caso, quieres!
El ANBU asintió, nervioso, a Hanabi y luego hacia sus compañeros, y todos se dieron la vuelta y echaron a correr.
—¿No podrías... podría... haber avisado usted? —balbuceó Hanabi, llevándose una mano al pecho, y otra a un bolsillo del que hacía meses que no sacaba nada que le tranquilizase.
—Trátame de tú, por favor. —El bijū se dio la vuelta hacia Datsue y entrecerró los ojos—. Espera un momento... ¿Shukaku?