30/09/2020, 22:44
Mientras oía el discurso de Gyūki a Datsue le entraron unos picores en el antebrazo y se rascó, allí donde se podía ver el kanji de la Hermandad con un número pequeño al lado. El número siete. Había tratado en innumerables ocasiones de preguntarle a Juro, de conocer su versión. Pero el exkusajin nunca había respondido a su llamada. Ni una sola vez.
Escuchó, muy interesado, sobre la faceta oculta del antiguo Morikage. Datsue apenas lo había visto en un par de ocasiones, y solo una de cerca. Recordaba su sonrisa. A decir verdad, parecía un viejo de lo más entrañable. Parecía.
¿Cuál era la máscara de Kintsugi? ¿Qué la movía? Datsue no tenía ni la menor idea, pero trató de que las palabras de Gyūki no cayesen en saco roto. Trató de absorberlas. Trató de memorizarlas. Quizá algún día le hiciese falta acudir a ellas.
—Guau. —Datsue no lo hubiese resumido mejor. Guau—. Ya veréis cuando se entere Katsudon.
—La última vez quería hacer con el Bijuu unas cuantas recetas de pulpo, no te extrañe que algun dia lo veas aparecer por el puerto con un tenedor y un cuchillo gigante dispuesto a hacer Takoyaki.
—Joder, mira que me gusta el pulpo, pero… —dijo, sin poder evitar reírse al imaginárselo—. Oye, Eri, ¡tienes que quedar un día de estos! ¿Mañana a la noche? Reiji, Yuuna, pasaos por mi casa si queréis también, joder. Que os hago una cena de puta madre y nos ponemos al día. —Se dio cuenta que estaba dejando a alguien de lado—. Si quiere también puede pasarse, Hanabi —añadió, pese a intuir la respuesta.
—¡Datsue! —Shukaku se había quedado mirando el remolino de agua que había formado Gyūki al sumergirse. Sus ojos se posaron en el Uchiha con una mirada extraña—. Tenemos un fūinjutsu que perfeccionar. Basta de hacer el vago.
Oh, sí… Aquel fūinjutsu. Datsue miró a Hanabi.
—Bueno, pues si no hay noticias de que ningún bijū más vaya a presentarse de improvisto en el puerto… —Él se iba marchando, con su permiso. Después de todo, el principal motivo por el que habían acudido a él había sido resuelto por sí mismo y de la manera más inimaginable.
Escuchó, muy interesado, sobre la faceta oculta del antiguo Morikage. Datsue apenas lo había visto en un par de ocasiones, y solo una de cerca. Recordaba su sonrisa. A decir verdad, parecía un viejo de lo más entrañable. Parecía.
¿Cuál era la máscara de Kintsugi? ¿Qué la movía? Datsue no tenía ni la menor idea, pero trató de que las palabras de Gyūki no cayesen en saco roto. Trató de absorberlas. Trató de memorizarlas. Quizá algún día le hiciese falta acudir a ellas.
—Guau. —Datsue no lo hubiese resumido mejor. Guau—. Ya veréis cuando se entere Katsudon.
—La última vez quería hacer con el Bijuu unas cuantas recetas de pulpo, no te extrañe que algun dia lo veas aparecer por el puerto con un tenedor y un cuchillo gigante dispuesto a hacer Takoyaki.
—Joder, mira que me gusta el pulpo, pero… —dijo, sin poder evitar reírse al imaginárselo—. Oye, Eri, ¡tienes que quedar un día de estos! ¿Mañana a la noche? Reiji, Yuuna, pasaos por mi casa si queréis también, joder. Que os hago una cena de puta madre y nos ponemos al día. —Se dio cuenta que estaba dejando a alguien de lado—. Si quiere también puede pasarse, Hanabi —añadió, pese a intuir la respuesta.
—¡Datsue! —Shukaku se había quedado mirando el remolino de agua que había formado Gyūki al sumergirse. Sus ojos se posaron en el Uchiha con una mirada extraña—. Tenemos un fūinjutsu que perfeccionar. Basta de hacer el vago.
Oh, sí… Aquel fūinjutsu. Datsue miró a Hanabi.
—Bueno, pues si no hay noticias de que ningún bijū más vaya a presentarse de improvisto en el puerto… —Él se iba marchando, con su permiso. Después de todo, el principal motivo por el que habían acudido a él había sido resuelto por sí mismo y de la manera más inimaginable.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado