12/01/2016, 22:05
(Última modificación: 12/01/2016, 22:07 por Uzumaki Eri.)
Llegó más pronto de lo esperado sin saber por qué, aunque quizás hubiese deseado todo lo contrario al ver lo que allí estaba sucediendo. Una esfera de color carmesí brillaba de manera cegadora después de que un relámpago impactase contra ella, haciendo que dos de las personas que allí se encontraban volasen hacia las ruinas de los templos. Incluso ella había volado hacia atrás unos cuantos metros y había caído de culo, sin embargo no era nada comparable con lo que habían sufrido las dos siluetas que se hallaban en ese lugar. Dudó por un segundo, lo que le costó levantarse del húmedo suelo y acercarse cautelosamente hacia unos arbustos que podían actuar como escondite, donde podía sentir de forma débil dos esencias como bien había aprendido a lo largo del año que llevaba graduada, aunque difícilmente las podía apreciar, ahí estaban.
-Esto ya parece más un Uchiha. -
''¿Pero qué...?'' Sin que se lo esperase, la joya que brillaba en lo alto se coló en uno de los jóvenes que allí se encontraban, hasta que después escapó de su cuerpo, haciendo sentir a Eri como ese joven se quedaba sin algo vital en él, sin la esencia que antes había percibido débilmente ''No puede ser...'' Pensó la kunoichi del remolino observando el cuerpo del joven que yacía inerte en el suelo tras una patada de uno de los dos hombres que acababan de aparecer, cosa que la joven peliazul pasó por alto, ya que como buena ninja médico que era, se había fijado únicamente en quién había sufrido un ataque directo, esta vez de la gema maligna carmesí.
Los oyó hablar con el otro joven, que ahora había llamado la atención de la pequeña huérfana. Era rubio, era rubio de ojos oscuros. Con una vestimenta ya muy conocida por ella. ¡Era Nabi! ¡Por fin daba con él! Pero... ¿Qué tenía que ver él con todo esto? ¿Acaso ellos eran...? Vio como el más estúpido de los dos y el más parecido a su amigo Uchiha manipulaba la gema con un chakra que sobrepasaba los límites del conocimiento de Eri y, los otros dos restantes se fundían en una conversación. Pero no tardó mucho en ser apagada por una gran bola que fuego, que fue abatida por otra más grande aún.
No dudó en saltar e intentar ayudar a su amigo colocándose a su lado, olvidándose por completo que estaba enfada con él - como era habitual -, pero la bola de fuego no impactó contra él, sino que se fue hacia otro lado. ''Uchihas...'' Resonó el apellido por las paredes del cráneo de Eri, mientras negaba con la cabeza. Entonces, vio como el que más imponía de todos se quitó la túnica que llevaba cubriéndole, dejando ver que no tenía brazos. Eri abrió los ojos como platos y se llevó una mano a la boca, demasiado impactada por la imagen tan inesperada que tenía enfrente. Luego desapareció.
-Sigue siendo impresionante. ¿A que sí, chavales? Bueno, yo no puedo desaparecer de forma tan guay. Pero no esta de más intentarlo ¿no?. -
Y este también se fue, pero de forma menos épica, y el silencio reinó en la estancia por un minuto. La poseedora de los ojos esmeralda parpadeó varias veces, saliendo de su trance y sin pararse a ver quién había llegado y quién no, se acercó al chico seminsconsciente que yacía en el suelo. Allí lo encontró, y, sin dudarlo por un segundo, acercó las manos a su cuerpo, apoyándolas sobre él, comenzando a traspasarle parte de su chakra, con suerte de que no se desmayara antes de que terminase con su cometido.
-Esto ya parece más un Uchiha. -
''¿Pero qué...?'' Sin que se lo esperase, la joya que brillaba en lo alto se coló en uno de los jóvenes que allí se encontraban, hasta que después escapó de su cuerpo, haciendo sentir a Eri como ese joven se quedaba sin algo vital en él, sin la esencia que antes había percibido débilmente ''No puede ser...'' Pensó la kunoichi del remolino observando el cuerpo del joven que yacía inerte en el suelo tras una patada de uno de los dos hombres que acababan de aparecer, cosa que la joven peliazul pasó por alto, ya que como buena ninja médico que era, se había fijado únicamente en quién había sufrido un ataque directo, esta vez de la gema maligna carmesí.
Los oyó hablar con el otro joven, que ahora había llamado la atención de la pequeña huérfana. Era rubio, era rubio de ojos oscuros. Con una vestimenta ya muy conocida por ella. ¡Era Nabi! ¡Por fin daba con él! Pero... ¿Qué tenía que ver él con todo esto? ¿Acaso ellos eran...? Vio como el más estúpido de los dos y el más parecido a su amigo Uchiha manipulaba la gema con un chakra que sobrepasaba los límites del conocimiento de Eri y, los otros dos restantes se fundían en una conversación. Pero no tardó mucho en ser apagada por una gran bola que fuego, que fue abatida por otra más grande aún.
No dudó en saltar e intentar ayudar a su amigo colocándose a su lado, olvidándose por completo que estaba enfada con él - como era habitual -, pero la bola de fuego no impactó contra él, sino que se fue hacia otro lado. ''Uchihas...'' Resonó el apellido por las paredes del cráneo de Eri, mientras negaba con la cabeza. Entonces, vio como el que más imponía de todos se quitó la túnica que llevaba cubriéndole, dejando ver que no tenía brazos. Eri abrió los ojos como platos y se llevó una mano a la boca, demasiado impactada por la imagen tan inesperada que tenía enfrente. Luego desapareció.
-Sigue siendo impresionante. ¿A que sí, chavales? Bueno, yo no puedo desaparecer de forma tan guay. Pero no esta de más intentarlo ¿no?. -
Y este también se fue, pero de forma menos épica, y el silencio reinó en la estancia por un minuto. La poseedora de los ojos esmeralda parpadeó varias veces, saliendo de su trance y sin pararse a ver quién había llegado y quién no, se acercó al chico seminsconsciente que yacía en el suelo. Allí lo encontró, y, sin dudarlo por un segundo, acercó las manos a su cuerpo, apoyándolas sobre él, comenzando a traspasarle parte de su chakra, con suerte de que no se desmayara antes de que terminase con su cometido.