31/01/2021, 05:38
Zaofu los miró un largo rato, en silencio, antes de cambiar por completo su expresión y empezar a hablar. Dándoles un montón de información que chocaba con lo que conocían de la Guerrilla.
«¿Cómo que derrocarla temporalmente?»
Pero lo peor era que aquello se los contaba con una afable sonrisa antes de invitarlos a tomar algo de té. Casi le recordaba a...
«No». Pensó. «Él está muerto y no volverá».
—De acuerdo. —Respondió a la invitación.
Ranko lo miró y asintió para darle ánimos, a lo que el chico respondió sonriendo con confianza, pretendiendo transmitirle algo de esa seguridad que sentía a su compañera.
Arriba, en la terraza, Daigo pretendió simplemente tomar asiento mientras observaba de paso las fotos que había a su alrededor, pero una le llamó tanto la atención que simplemente no pudo evitar acercarse a mirarla un poco más de cerca durante unos segundos.
—Fui muy amigo de Kenzō, muy amigo... fuimos juntos a la academia, hicimos muchas misiones juntos... yo le enseñé a hacer té. Aunque creo que nunca lo pilló del todo, porque siempre mandaba que se lo hicieran otros. Un buen año, ayudé, junto a unos cuantos valientes y la inestimable ayuda de Uzushio y Ame, a ese zoquete a subir al poder. Hicimos a Kusagakure importante. Poderosa. Respetada. Próspera.
Daigo sonreía mientras escuchaba aquello. Escuchar aquellas historias sobre Kenzou era... extraño y se sentía bien.
Lo extrañaba.
Tomó asiento y miró su ardiente taza de té durante unos pocos largos segundos. Era tal y como la recordaba. Luego volvió a levantar la mirada para mirar a Zaofu, que seguía sonriendo de aquella manera tan particular.
Lo extrañaba mucho.
Pero no iba a dejar que eso le afectase, pues todavía no estaba seguro de que estuviese siendo sincero y les estuviese contando la verdad. Ni siquiera estaba seguro de querer que nada de aquello fuese verdad.
Cuando Ranko preguntó, Daigo intentó simplemente escuchar, escuchar con atención la respuesta que le daría Zaofu.
«¿Cómo que derrocarla temporalmente?»
Pero lo peor era que aquello se los contaba con una afable sonrisa antes de invitarlos a tomar algo de té. Casi le recordaba a...
«No». Pensó. «Él está muerto y no volverá».
—De acuerdo. —Respondió a la invitación.
Ranko lo miró y asintió para darle ánimos, a lo que el chico respondió sonriendo con confianza, pretendiendo transmitirle algo de esa seguridad que sentía a su compañera.
Arriba, en la terraza, Daigo pretendió simplemente tomar asiento mientras observaba de paso las fotos que había a su alrededor, pero una le llamó tanto la atención que simplemente no pudo evitar acercarse a mirarla un poco más de cerca durante unos segundos.
—Fui muy amigo de Kenzō, muy amigo... fuimos juntos a la academia, hicimos muchas misiones juntos... yo le enseñé a hacer té. Aunque creo que nunca lo pilló del todo, porque siempre mandaba que se lo hicieran otros. Un buen año, ayudé, junto a unos cuantos valientes y la inestimable ayuda de Uzushio y Ame, a ese zoquete a subir al poder. Hicimos a Kusagakure importante. Poderosa. Respetada. Próspera.
Daigo sonreía mientras escuchaba aquello. Escuchar aquellas historias sobre Kenzou era... extraño y se sentía bien.
Lo extrañaba.
Tomó asiento y miró su ardiente taza de té durante unos pocos largos segundos. Era tal y como la recordaba. Luego volvió a levantar la mirada para mirar a Zaofu, que seguía sonriendo de aquella manera tan particular.
Lo extrañaba mucho.
Pero no iba a dejar que eso le afectase, pues todavía no estaba seguro de que estuviese siendo sincero y les estuviese contando la verdad. Ni siquiera estaba seguro de querer que nada de aquello fuese verdad.
Cuando Ranko preguntó, Daigo intentó simplemente escuchar, escuchar con atención la respuesta que le daría Zaofu.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Team pescado.