8/02/2021, 04:33
-Ya veo... la luna nos ha enseñado mucho sobre el agua... pero no todo.- Dijo con suspicacia devolviéndole la sonrisa a Ayame, refirendose claramente a la luna en la frente de la chica y su apellido. Pero al final no insistió más.
Su atención entonces se trasladó al anciano, el cual poco a poco fue recuperando su capacidad respiratoria, ante el calor y el vapor del agua del trapo caliente que puso el shinobi en el pecho del hombre.
-Estará bien.- Dijo con el suficiente volumen para que la esposa del hombre lo escuchara. -Excelente, ¿cierto?- Le dijo al hombre, esperando a ver si se despertaba con el ruido y el calor de las toallas. El hombre se limitó a asentir y sonreír levemente.
-Escúcheme, señor. Hágame el favor de respirar profundo, haga el esfuerzo, cuente hasta cuatro, sostenga 2 y suelte en 4, y así. Su esposa le ayudará.- El hombre comenzó a hacer el ejercicio y la anciana, entendiendo el mensaje, corrió a arrodillarse junto a su marido e hizo el ejercicio con él.
-Ahora vamos con los niños, Ayame.- Le dijo señalando a los jóvenes y tomando el recipiente con agua caliente. Dejándolo entre ambos niños, quienes tendrían 3 y 4 años.
-¿Cómo están, chicos?- La única respuesta que obtuvo fueron los tosidos de los niños, que se encontraban despiertos. La madre inmediatamente reaccionó caminando hacia allí y Hayato levantó la mano y, sonriéndole amablemente, le dio a entender que esperara.
-¡Pero si son dos campeones!- Les dijo sonriéndoles. -Estos niños estarán bien en poco tiempo, pero les ayudaremos un poco. Ayame, sumerge dos trapos, ponle uno al pequeño en el pecho y dame el otro. Asegurate que puedan respirar el vapor.-
Mientras esperaba los trapos, se aventuró otra vez a hablar con Ayame. -Y esa luna en tu frente...- Se vio interrumpido por la voz de la mujer acostada junto a ellos, quien claramente era hija del hombre mayor que la acompañaba. -Ustedes... ¿nos ayudarán?... ¿traerán comida?....- Hayato la miró preocupado y, concentrado como estaba en la neumonía de aquellas personas, no se había dado cuenta de que sus huesos se alcanzaban a marcar. -Haremos lo que podamos.- Dijo con algo de ternura en su voz.
El ninja médico suspiró y se acercó a Ayame para susurrarle. -Debemos hacer algo por ellos... ¿Qué opinas? entiendo que hay una aldea ganadera al norte... pero el viaje es largo... aunque si tienes algo por hacer lo entenderé... ya me estas ayudando mucho aquí.- Le dijo sonriéndole. Su objetivo era tratar la neumonía de aquellas personas pero también sentía el deber de ayudarles.
Su atención entonces se trasladó al anciano, el cual poco a poco fue recuperando su capacidad respiratoria, ante el calor y el vapor del agua del trapo caliente que puso el shinobi en el pecho del hombre.
-Estará bien.- Dijo con el suficiente volumen para que la esposa del hombre lo escuchara. -Excelente, ¿cierto?- Le dijo al hombre, esperando a ver si se despertaba con el ruido y el calor de las toallas. El hombre se limitó a asentir y sonreír levemente.
-Escúcheme, señor. Hágame el favor de respirar profundo, haga el esfuerzo, cuente hasta cuatro, sostenga 2 y suelte en 4, y así. Su esposa le ayudará.- El hombre comenzó a hacer el ejercicio y la anciana, entendiendo el mensaje, corrió a arrodillarse junto a su marido e hizo el ejercicio con él.
-Ahora vamos con los niños, Ayame.- Le dijo señalando a los jóvenes y tomando el recipiente con agua caliente. Dejándolo entre ambos niños, quienes tendrían 3 y 4 años.
-¿Cómo están, chicos?- La única respuesta que obtuvo fueron los tosidos de los niños, que se encontraban despiertos. La madre inmediatamente reaccionó caminando hacia allí y Hayato levantó la mano y, sonriéndole amablemente, le dio a entender que esperara.
-¡Pero si son dos campeones!- Les dijo sonriéndoles. -Estos niños estarán bien en poco tiempo, pero les ayudaremos un poco. Ayame, sumerge dos trapos, ponle uno al pequeño en el pecho y dame el otro. Asegurate que puedan respirar el vapor.-
Mientras esperaba los trapos, se aventuró otra vez a hablar con Ayame. -Y esa luna en tu frente...- Se vio interrumpido por la voz de la mujer acostada junto a ellos, quien claramente era hija del hombre mayor que la acompañaba. -Ustedes... ¿nos ayudarán?... ¿traerán comida?....- Hayato la miró preocupado y, concentrado como estaba en la neumonía de aquellas personas, no se había dado cuenta de que sus huesos se alcanzaban a marcar. -Haremos lo que podamos.- Dijo con algo de ternura en su voz.
El ninja médico suspiró y se acercó a Ayame para susurrarle. -Debemos hacer algo por ellos... ¿Qué opinas? entiendo que hay una aldea ganadera al norte... pero el viaje es largo... aunque si tienes algo por hacer lo entenderé... ya me estas ayudando mucho aquí.- Le dijo sonriéndole. Su objetivo era tratar la neumonía de aquellas personas pero también sentía el deber de ayudarles.