14/03/2021, 18:42
—Oh, sí, Kimedo... —musitó, luego frunció sus pobladas cejas—. ¡Ah, no! Kimeho... Sí, sí... Pero pequeño, creo que se ha equivocado, aquí solo trabaja una mujer muy, muy mayor llamada Himeko...
Se rascó la mejilla y comenzó a andar lentamente, como si hubiera corregido al muchacho y haberle ayudado fuera su hazaña del día.
Hasta que su bastón fue a parar a un pequeño hoyo en la tierra y el hombre comenzó a precipitarse al suelo.
Se rascó la mejilla y comenzó a andar lentamente, como si hubiera corregido al muchacho y haberle ayudado fuera su hazaña del día.
Hasta que su bastón fue a parar a un pequeño hoyo en la tierra y el hombre comenzó a precipitarse al suelo.