22/03/2021, 13:25
—¡Hola! Soy Sarutobi Saori y venía a realizar una misión.
Cuando entró, Saori se encontró con un pequeño y modesto recibidor con una silla y una cajonera a su derecha. Justo enfrente, un arco le daba paso a lo que parecía ser un salón tradicional donde estaba sentada una mujer mayor, con pelo cano recogido en una coleta baja y ropas de trabajo.
Lo que más pudo impactarle fue los ojos lacrimosos de la mujer, que pronto le echó una mirada llena de reproche.
—¡Se puede saber quién eres tú entrando en mi casa sin mi permiso! —exclamó, alborotada mientras se ponía de pie con una energía no muy normal para una mujer de su edad—. Identifícate o te daré una somanta de palos que no vas a valer ni para abono, ¡ladrón!
Cuando entró, Saori se encontró con un pequeño y modesto recibidor con una silla y una cajonera a su derecha. Justo enfrente, un arco le daba paso a lo que parecía ser un salón tradicional donde estaba sentada una mujer mayor, con pelo cano recogido en una coleta baja y ropas de trabajo.
Lo que más pudo impactarle fue los ojos lacrimosos de la mujer, que pronto le echó una mirada llena de reproche.
—¡Se puede saber quién eres tú entrando en mi casa sin mi permiso! —exclamó, alborotada mientras se ponía de pie con una energía no muy normal para una mujer de su edad—. Identifícate o te daré una somanta de palos que no vas a valer ni para abono, ¡ladrón!