22/03/2021, 18:47
Desde luego, la casa por dentro no aparentaba ser de una persona adinerada, al igual que por fuera, aún así, parecía ser un lugar acogedor. Pasó su mano por la pequeña cajonera que se encontraba a su derecha, en el recibidor del hogar.
Frente a él, y tras una especie de arco, se encontraba lo que aparentaba ser el salón, donde se encontraba una mujer, probablemente la dueña de la casa, que, en cuanto le vio, supo que no estaba contenta, y probablemente él era el causante de su estado en ese preciso momento.
—¡Se puede saber quién eres tú entrando en mi casa sin mi permiso!
— Saori dio un pequeño paso hacia atrás, un poco asustado por la reacción. —. Identifícate o te daré una somanta de palos que no vas a valer ni para abono, ¡ladrón!
El de pelo moreno arqueó la ceja derecha por un segundo, extrañado, pues se había identificado al entrar, incluso dijo el motivo por el que estaba allí, pero rápidamente pensó que, a juzgar por la edad de la señora, no le había escuchado.
—¡Lo siento! No pretendía asustarla, pero vi la puerta abierta y decidí entrar. — Explicó, como si ver una puerta abierta fuera excusa suficiente como para pasarla. —Mi nombre es Sarutobi Saori, y vengo buscando a Yamada Himeko, solicitante de esta misión. — Dijo, de la manera más formal posible, tendiendo entonces el pergamino a la mujer, esperando que aquello fuera suficiente explicación para toda aquella situación.
Frente a él, y tras una especie de arco, se encontraba lo que aparentaba ser el salón, donde se encontraba una mujer, probablemente la dueña de la casa, que, en cuanto le vio, supo que no estaba contenta, y probablemente él era el causante de su estado en ese preciso momento.
—¡Se puede saber quién eres tú entrando en mi casa sin mi permiso!
— Saori dio un pequeño paso hacia atrás, un poco asustado por la reacción. —. Identifícate o te daré una somanta de palos que no vas a valer ni para abono, ¡ladrón!
El de pelo moreno arqueó la ceja derecha por un segundo, extrañado, pues se había identificado al entrar, incluso dijo el motivo por el que estaba allí, pero rápidamente pensó que, a juzgar por la edad de la señora, no le había escuchado.
—¡Lo siento! No pretendía asustarla, pero vi la puerta abierta y decidí entrar. — Explicó, como si ver una puerta abierta fuera excusa suficiente como para pasarla. —Mi nombre es Sarutobi Saori, y vengo buscando a Yamada Himeko, solicitante de esta misión. — Dijo, de la manera más formal posible, tendiendo entonces el pergamino a la mujer, esperando que aquello fuera suficiente explicación para toda aquella situación.
Hablo / Narro / «Pienso»