30/03/2021, 00:34
El joven se dedicó a asentir a la mujer, tratando de centrarse en lo que tenía delante y, por el momento, parecía que su trabajo iban a ser las calabazas. Siguió a Himeko hasta un baúl que denotaba cierta antigüedad, del que sacó un sombrero de paja que le colocó al joven.
—¡Gracias! — Y al momento, se dedicó a colocarse el sombrero en la posición idónea para que no le molestase mientras trabajaba, momento en el que la mujer se alejó de él dirigiéndose a la zona en la que empezarían a trabajar. —¡Voy, voy!
La mujer se movía en su territorio, tenía una soltura que, seguramente, pocos podrían igualar, a pesar de su edad. El joven Sarutobi se iba fijando en lo que le rodeaba, pues no quería chafar ningún cultivo, y fue capaz de distinguir varias plantas que le eran conocidas y, sin duda, tenían una pinta estupenda. «Quizás debería decirle a papá y mamá sobre estas verduras, seguro nos serían de utilidad.»
En cuanto se encontraron en el lugar indicado, Himeko sacó unas tijeras especiales para la recogida de las calabazas y le dio unas pequeñas directrices sobre como actuar antes de dejarle solo con aquello.
Saori se acuclilló frente a la primera de las calabazas y llevó su mano zurda al tallo, mientras que con la derecha sostenía las tijeras, que acercó al tallo, colocándolas a unos tres centímetros de la hortaliza y dando su primer corte, haciendo una fuerza que no pensaba que tendría que hacer para conseguir separarlo.
—¿Así? — Diría, mientras intentaba cargar con la calabaza que ya había separado en los brazos, dispuesto a llevarla al cesto que le había indicado Himeko.
—¡Gracias! — Y al momento, se dedicó a colocarse el sombrero en la posición idónea para que no le molestase mientras trabajaba, momento en el que la mujer se alejó de él dirigiéndose a la zona en la que empezarían a trabajar. —¡Voy, voy!
La mujer se movía en su territorio, tenía una soltura que, seguramente, pocos podrían igualar, a pesar de su edad. El joven Sarutobi se iba fijando en lo que le rodeaba, pues no quería chafar ningún cultivo, y fue capaz de distinguir varias plantas que le eran conocidas y, sin duda, tenían una pinta estupenda. «Quizás debería decirle a papá y mamá sobre estas verduras, seguro nos serían de utilidad.»
En cuanto se encontraron en el lugar indicado, Himeko sacó unas tijeras especiales para la recogida de las calabazas y le dio unas pequeñas directrices sobre como actuar antes de dejarle solo con aquello.
Saori se acuclilló frente a la primera de las calabazas y llevó su mano zurda al tallo, mientras que con la derecha sostenía las tijeras, que acercó al tallo, colocándolas a unos tres centímetros de la hortaliza y dando su primer corte, haciendo una fuerza que no pensaba que tendría que hacer para conseguir separarlo.
—¿Así? — Diría, mientras intentaba cargar con la calabaza que ya había separado en los brazos, dispuesto a llevarla al cesto que le había indicado Himeko.
Hablo / Narro / «Pienso»