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Y sí, consiguió que las berenjenas se separaran de su lugar, cortando tres o cuatro cada vez antes de llevarlas todas de una al cesto que, poco a poco, se iba llenando, animando al Sarutobi cada vez que se acercaba a soltar lo recolectado.
—¡Creo que le estoy cogiendo el tranquillo, ¿eh?! — Dijo el joven, con una sonrisa de oreja a oreja al ver que su trabajo estaba siendo productivo, al menos, para él. —¿Qué te parece, Himeko, tengo madera para esto o no? — Bromeó.
Mientras hablaba no paraba de trabajar, acuclillado frente a su única razón para vivir en aquel momento, las berenjenas, separando una tras otra del tallo con las tijeras y depositándolas en el cesto, de una manera casi mecánica.
—¡Creo que le estoy cogiendo el tranquillo, ¿eh?! — Dijo el joven, con una sonrisa de oreja a oreja al ver que su trabajo estaba siendo productivo, al menos, para él. —¿Qué te parece, Himeko, tengo madera para esto o no? — Bromeó.
Mientras hablaba no paraba de trabajar, acuclillado frente a su única razón para vivir en aquel momento, las berenjenas, separando una tras otra del tallo con las tijeras y depositándolas en el cesto, de una manera casi mecánica.
Hablo / Narro / «Pienso»