17/04/2021, 12:45
Himeko sonrió a las palabras de Saori. Era demasiado orgullosa, pero también demasiado mayor como para seguir enfadándose por cosas así. Terminó de pelar su naranja a la par que el joven genin y se la comió tranquilamente, pero ella no le quitó nada a su fruta.
—A la próxima vez, ya sabré a quien llamar —afirmó la mujer, llevándose un pedazo de naranja a la boca.
El tema de conversación giró hasta toparse con uno un poco delicado para Himeko, quien suspiró con cierta pena, cerrando los ojos y dejando caer su rostro.
—Hace unos tres años, mi marido comenzó a tener ciertos problemas... Con la memoria —volvió a suspirar—. Ahora ya solo... Se acuerda de ciertas cosas como su casa, esta tienda y... ya.
Se llevó una mano a sus ojos, incapaz de contener un par de lágrimas rebeldes.
—Disfruta de tu juventud, joven Saori, porque cuando llegues a mi edad será más difícil hacerlo.
No fue un reproche, sino todo lo contrario. Himeko le dio una suave palmada en la cabeza y se reincorporó de nuevo, sujetándose la espalda.
—A la próxima vez, ya sabré a quien llamar —afirmó la mujer, llevándose un pedazo de naranja a la boca.
El tema de conversación giró hasta toparse con uno un poco delicado para Himeko, quien suspiró con cierta pena, cerrando los ojos y dejando caer su rostro.
—Hace unos tres años, mi marido comenzó a tener ciertos problemas... Con la memoria —volvió a suspirar—. Ahora ya solo... Se acuerda de ciertas cosas como su casa, esta tienda y... ya.
Se llevó una mano a sus ojos, incapaz de contener un par de lágrimas rebeldes.
—Disfruta de tu juventud, joven Saori, porque cuando llegues a mi edad será más difícil hacerlo.
No fue un reproche, sino todo lo contrario. Himeko le dio una suave palmada en la cabeza y se reincorporó de nuevo, sujetándose la espalda.