Camino largo y a paso lento

[Uchiha Datsue]

Datsue resopló ante la primera pregunta.

—No soy el más ejemplar… pero sí, también lo soy —tuvo que reconocerle. Shinobi desde hacía ya más de cuatro años. Qué rápido pasaba el tiempo, maldita sea. Luego, tuvo que hacer un esfuerzo por recapitular todo lo que había sucedido para llegar hasta aquella situación antes de responder a su segunda pregunta—. Pues verás, estaba yo tan tranquilamente en una habitación de una posada que había alquilado, contando el dinero que me había llevado de una pequeña inversión, cuando…. ¡cuando este cabronazo me birló la bolsa y se escapó por la ventana!

—No, no. Cuenta bien la historia. No tergiverses tan rápido. ¿De dónde conseguiste el dinero para invertir?

Datsue se rascó la nuca.

—Sí… Bueno, de las misiones.

—¿Y no te ayudé a cumplirlas? ¿Acaso no usaste mi chakra, Hijo?

—Sí, bueno… Quizá de forma residual…

—¡JAAAJIAJIAJIA! ¡De forma residual, dice el malnacido! —Shukaku se había caído de espaldas y se desternillaba de risa—. ¡Mamaste de mi chakra como un bebé de la teta de su madre! ¡Sin mí no hubieses tenido éxito! ¡Me corresponde el cincuenta por ciento de la recompensa, y porque estoy siendo benevolente!

—¡Pero qué te va a corresponder! —protestó Datsue, iracundo—.¡Acepta la placa como el Gyūki y ahí empezamos a hablar!

—Si acaso aceptaré el sombrero, Hijo —replicó, con guasa. Datsue puso los ojos en blanco—. ¡JIAJIAJIA! Bueno, ¡basta de cháchara! ¿Cuál es tu veredicto, niña? ¿Acaso el Gran Shukaku, Dios del Fūinjutsu y Padre del Desierto no tiene razón?